Michel Noer: “Con Celeste primero nos elegimos como padres, y después como pareja”

A los 33 años, el actor atraviesa un gran momento profesional y, sobre todo, personal: la bella Celeste Cid, su mujer, lleva cinco meses de embarazo. “Vamos a tener un varoncito... ¡y es muy probable que salga como yo!”, anticipa, mano a mano por primera vez.

 

La noticia de su próxima paternidad lo metió en una máquina del tiempo imaginaria y lo transportó hacia 1987. En esa época, con apenas cuatro años, Michel se perdía en los bosques de Bariloche. “Podía perseguir a un perro, entrar a una casa desconocida y quedarme a festejar un cumpleaños con los chicos del lugar. Después, era mamá quien les preguntaba a los vecinos si me habían visto… y me iba a buscar”, rememora ahora, a los 33.
La semblanza, teñida de nostalgia, tiene un sentido. Es que cuando Celeste Cid (32), su pareja, le contó que está embarazada –hoy, de cinco meses–, una de las primeras cosas que hizo el actor fue hablar con Patricia, su madre. Ella, licenciada en Ciencias de la Comunicación, se separó del músico y actor Jean Pierre Noher (60) cuando Michel tenía dos años. “Le pedí consejos. Le pregunté cómo hizo para criarme, cómo era de chiquito… Con Cele estamos muy enamorados y entusiasmados. ¿Te conté que va a ser varón? ¡Es muy probable que salga como yo!”.

–¿Y cómo eras de chiquito? ¿Qué te dijo tu mamá?
–Muchas cosas, pero lo que más recordaba es cuando a los tres años le decía que quería ir solo al kiosco.

–¿Te dejaban ir?
–No me acuerdo, pero ella dice que sí. Me daba la plata y yo salía de casa. Caminaba hasta la esquina
y compraba, mientras ella me cuidaba desde lejos. El amor de mamá…

–¿Te gustaría que tu hijo se criara en un lugar así?
–Me encantaría, pero por el trabajo que tenemos con Celeste, y por la vida que armamos en Buenos Aires, sé que es imposible. Aunque… ¿quién te dice? Uno nunca sabe para dónde lo lleva el destino.

Sentado en el cómodo sillón de la recepción de Casa Chic, Michel hace malabares con el queso de un generoso y apatecible tostado en pan árabe que Lucrecia –gerente del lugar– acaba de acercarle. El hombre que será protagonista de la tira Amar después de amar (Telefe) acepta una entrevista por primera vez. En el repaso, los recuerdos de la infancia se siguen amontonando. Ahí está, a los cuatro años, en el aeropuerto de Bariloche: su mamá lo dejaba sentado en el avión y, en Buenos Aires, su papá lo pasaba a buscar. Así recorrió sus años de infancia, acompañando a Jean Pierre en las temporadas teatrales marplatenses y andando un kilómetro y medio por senderos de montaña en la Patagonia, rumbo a la escuela. “Esas caminatas por el bosque desarrollaron mi imaginación al extremo y terminaron de forjar ese motor que hoy permite que me gane la vida contando historias”, confiesa Michel.

–¿Siempre supiste que ibas a ser actor?
–Bueno… Terminé el secundario y lo primero que hice fue irme unos meses a Estados Unidos para perfeccionar mi inglés. Vivía en Nueva York. A los 17 me fui a buscar a Fede –un hermano del alma–, que vivía en Aruba. Ahí me quedé un tiempo largo y me mantuve haciendo pozos en obras de construcción, pintando casas o repartiendo volantes. De ahí partí a Inglaterra, donde trabajé de camarero… Y después, sí, volví a la Argentina.

–¿Cuándo aparece la profesión?
–Por todo lo que había visto de papá, en mi cabeza la idea estaba. Pero lo primero que quise fue estudiar periodismo y locución, porque en mi adolescencia barilochense había hecho muchos programas de radio. Como también me gustaba la fotografía, descubrí que todo eso se unía en el cine y comencé a cursar dirección y cámara. En paralelo, arranqué con las clases de actuación.

–¿Y la decisión final cómo la tomaste?
–En el tercer año. Me fui a Humahuaca para hacer un seminario intensivo de teatro (duraba veinte días), con un grupo que se llama El Séptimo y me encontré con un mundo increíble. Ahí largué la carrera de dirección y me dediqué de lleno a actuar.

–¿El apellido Noher te abrió puertas?
–Nunca lo utilicé en ese sentido, pero puedo decir que sirvió para que me tuvieran en cuenta. La referencia a papá era inmediata, como te imaginarás. Sin embargo, jamás conseguí un trabajo por ser “hijo de”.

–¿Y tus primeros pesos como actor…?
–Los gané en la tira Sos mi vida. Tenía veintiuno y entré con un personaje chico: hacía de pareja de Thelma Fardín y se extendió por un tiempo. El primer contrato en la tele lo conseguí en Don Juan y su bella dama. Desde entonces no paré más: hice teatro, cine, televisión…

–¿Te acordás en qué gastaste tu primer sueldo como actor?
–Como soy muy ahorrativo… ¡seguro qué lo guardé! (carcajadas). Vi a mis viejos pasar hambre –papá por ser actor y mamá por ser docente–, y me quedó en la cabeza el chip del ahorro.

–Te cambio de tema y te llevo del trabajo al amor: ¿cómo te cruzaste con Celeste?
–Nos conocemos desde hace mucho. Compartimos tira en El deseo, aunque nunca trabajamos juntos. Varias veces estuvimos a punto de hacer algo en cine, pero por una cosa u otra nunca se dio. Pero la buena onda estuvo siempre.

–¿Cómo empezó la relación?
–Fueron encuentros… (piensa unos segundos). Da lo mismo en qué lugar. Lo único que puedo decir es que hubo redes sociales de por medio. Pero eso lo reservo para la intimidad.

–El bebé que nacerá en cuatro meses fue buscado, ¿verdad?
–Desde que cumplí los treinta años me dieron ganas de ser papá. Es algo que me rondaba por la cabeza y el corazón. Y te puedo decir que primero nos elegimos como padres y después como pareja.

–¿Por qué llegaste a esa conclusión?
–Porque fue así. Nos conocimos y decidimos tener un hijo juntos. Y hoy, que estamos en la espera, es algo maravilloso. Poder decirnos “yo te elijo como padre/madre de mi hijo”… es hermoso. ¿Cómo sigue? Después se verá… Pero creo en Celeste como mamá.

–Lo contás y los ojos se te llenan de lágrimas.
–Se trata de algo muy fuerte… Es la primera vez que me ocurre algo para toda la vida. Tanto Celeste como yo sabemos que, pase lo que pase con nuestra historia de amor, este hijo nos va a unir para siempre. En un mundo donde todo es tan frágil e histérico, nosotros decidimos dar amor, dar vida.

Por Sergio Oviedo.