Año a año, las incautaciones de estupefacientes en la provincia vienen registrando marcas históricas. Las toneladas de droga quitadas de circulación por la Policía, por ejemplo, en 2017 superaron las 20 y en lo que va de este año casi se llegó a la mitad de ese registro.
Pero, independientemente de la lucha contra el crimen organizado y el combate del tráfico de marihuana, a menor escala hay otro flagelo latente que repercute en forma directa en los barrios misioneros: los kioscos de droga.
En relación a esto, los registros de este año marcan que sólo en Posadas y Garupá en el primer semestre de este año ya se desarticularon más de 20 puntos de narcomenudeo frente a los 13 que fueron eliminados el año pasado durante el mismo período.
Fuentes consultadas señalaron que las investigaciones para terminar con estos puntos de venta llevan entre uno y tres meses de duración, por lo que el trabajo es constante y los resultados están a la vista.
De estas pesquisas emerge el aumento en las incautaciones de cocaína (de 5 a 10 kilos de un semestre a otro), con todo lo que eso implica, ya que su nivel de toxicidad es mucho más potente que el de la marihuana y la problemática se observa en los barrios de emergencia y de bajos recursos, como ser la chacra 181, barrio Pam, Manantial, A4, Santa Clara y Ñu Porá, entre otros.
Sin ir más lejos, en marzo, por ejemplo, tras varios meses de trabajo encubierto, los efectivos de la Dirección Toxicomanía desmantelaron tres kioscos de droga que funcionaban dentro de la Chacra 181 de Posadas. Sobre este operativo y otros ejecutados, por ejemplo, en Fátima y San Isidrio, El Territorio obtuvo imágenes exclusivas que podrán verse en el portal digital de este medio.
“Con la cocaína pasa lo mismo que con cualquier mercado. Se adaptan. Hay en distintas zonas, pero en los barrios de menos recursos la cocaína es de peor calidad y más peligrosa. Es rebajada y estirada con otras sustancias como pastillas o bicarbonato, lo que la transforma en más dañina”, indicó un pesquisa.
Pero todo esto acarrea además otro problema y es la utilización de los dealers. “En los barrios pobres los jóvenes ingresan a ‘trabajar’ de eso porque es dinero fácil, pero además también tienen la droga fácil a cambio y eso es lo más peligroso de todo, porque afecta a muchos”, señalaron.
Situación un tanto parecida se observa en Puerto Iguazú, donde la pedra o el crack están teniendo presencia continua en los procedimientos antinarcóticos.
Este estupefaciente, el cual aparece en dicha localidad por su ubicación fronteriza con Brasil, tiene el efecto más devastador en comparación con las demás sustancias de circulación.
“El que consume pedra en dos meses no existe más. Es el consumo de la cocaína en estado sólido, esto se disuelve y se inhala el humo. Tiene un efecto más violento pero es de corta duración”, explicó un especialista.
Los registros policiales del 2017 indicaron que en ese año se incautaron poco más de 250 gramos de este peligroso estupefaciente.
Por Jorge Posdeley