¿Los gatos muerden?

Pues claro que muerden, unos más que otros. Los gatos lo que no hacen es atacar mordiendo, eso no es lo habitual, ellos atacan arañando pero si requieren de usar el dar bocados, los dará, eso que no te quepa duda.

Hay dos tipos de mordidas de gatos, las dos son de advertencias pero una nos está indicando que no quiere lo que le estamos haciendo y la otra es que quiere que siga con lo que estamos haciendo.

El primero es un bocado a mala leche y el segundo es un leve mordisquito que no hace daño.

¿Cómo distinguirlos? Pues si estamos haciendo al gato algo que no le guste, el gato primero protestará, querrá irse, nos gruñirá, bufará etc, es como si primero nos avisara de varias maneras indicando y haciéndonos ver que vamos por mal camino. Si insistimos en lo que estamos haciendo, terminará mordiendo.

El segundo es tirar pequeños bocaditos para llamar tu atención, sobre todo para le hagas caricias o lo rasques. Si estamos acariciando, rascando, dando juego etc y paramos, y el no quiere que pare, nos dará un leve mordisco, como un toque de atención, para que sigamos con lo que estábamos haciendo.

En casa, hoy por hoy, no hemos tenido ningún caso donde una de las gatas nos haya mordido a mala leche o porque le estuviéramos haciendo algo que no le gustase.

Sin embargo, en casa, si tenemos algunas gatas que te tiran bocaditos leves para llamar nuestra atención. Las dos gatas que más muerden con bocaditos suaves y nada agresivos y nunca hacen daño, son Pukka y Lía.

Pukka suele acostarse en tu regazo, y cuando requiere de mimitos y de caricias, si no le estás haciendo caso, suele ponerse a tu altura, su cara a la altura de tu cara. Comienza a estar atento porque tras esa postura va el bocadito, bien a tu nariz o a tu barbilla. Son muy hábiles y casi siempre te pilla desprevenido y ala, allá que te llevas el bocadito para que le preste atención.

Lía por lo contrario, no le gusta acurrucarse en la falda, prefiere ponerse a tu lado y que tu alargues la mano hacia ella y comiences a rascarle.

Cuando paramos, allá que te tira el bocadito en el brazo o en la mano para que no pares de acariciar.

Tanto para el primer caso como para el segundo, si queremos que deje de morder, simplemente cuando lo haga le debemos de decir un NO rotundo.