Gatos obesos: Cinco consejos para hacerlos bajar de peso

La obesidad en mascotas no es buena para su salud. Consultar al veterinario y dedicarles atención son claves para mantenerlos sanos.

Un gato doméstico pesa, en promedio, entre cuatro y cinco kilos. Hay excepciones relacionadas a la raza: los persas y los siameses son más livianos (pueden pesar unos tres kilos y estar perfectamente saludables), mientras que un Maine Coon Gigante puede pasar la barrera de los 11 kilos.

Un gato obeso es, según la Asociación de Prevención de la Obesidad en Mascotas de Estados Unidos, uno que tiene un peso superior a su ideal en más de un 20%. Un gato gordo es tres veces más propenso de lo normal a desarrollar una diabetes. Además, el sobrepeso está ligado a afecciones cardiorrespiratorias y presión alta –igual que en los humanos–, osteoartritis y distintos tipos de cáncer.

5 consejos para mantener a raya el peso del felino de la casa

– Consultar al veterinario

Ante la sospecha de que el gato tiene sobrepeso, lo primero es siempre consultar al profesional de confianza para establecer que efectivamente la mascota tenga kilos demás, registrar cuántos tiene, y recibir consejo sobre el mejor plan alimentario. Además, siempre es bueno hacerles a los animales domésticos un chequeo general para asegurarse de que su salud esté en las mejores condiciones. Durante el proceso de dieta, se deberá volver con el especialista en forma periódica, chequear el peso y verificar que todo evolucione bien.

– Controlar las calorías

Un gato promedio debe consumir, según su peso ideal –no el que tenga, sino el que debería tener– enre 150 y 190 calorías por día. Pero muchos alimentos balanceados secos para gatos tienen hasta 400 calorías por cada medida, por lo que es fácil sobrealimentar al animal sin darse cuenta. Por ser básicamente carnívoros, es más sencillo y saludable hacer que un gato baje de peso alimentándolo con comida enlatada, baja en hidratos de carbono y con alto valor proteico, que les permite perder peso sin sacrificar energía o masa muscular.

– Ser cuidadoso con las “golosinas”

Existen en el mercado distintos tipos de “bocaditos” o “golosinas” para gatos, que se utilizan en general para premiarlos. Muchas veces, una mascota que mantiene una dieta balanceada, engorda sin embargo por el “exceso de cariño” otorgado en estos premios. Evitar que el sobrepeso ataque por este flanco tiene dos claves: ser medido y vigilar las calorías. Según aconsejan los veterinarios, el gato no debería recibir más del 10% de su consumo calórico diario en “premios”.

– A ejercitarse!

Igual que un ser humano a dieta, el gato necesita ejercicio físico. No menos de veinte minutos al día, de hecho. Sin embargo, no es simple forzar a un gato, que tiende a dormir la mayor parte del día para ahorrar energía –parte del proceso evolutivo del felino; aún conservan el instinto de preservarse para el alto consumo energético que implica la cacería–, a que se involucre en ejercicios aeróbicos. Los juguetes con plumas y cascabeles llaman mucho la atención y son un buen elemento para obligarlos a ejercitarse. Perseguir la luz de una linterna o de un puntero láser también es una forma divertida de obligar al gato a hacer ejercicio.

– Organizar la comida

Es preferible darles de comer varias veces al día en pequeñas cantidades (esto ayuda además a que, dándole una última ración cuando termina el día, el gato no se despierte a reclamar alimento en mitad de la madrugada). Cuando el plato está vacío y el gato reclama fuera de su horario de comida, se lo puede conformar con un puñadito mínimo, con agua fresca –muchas veces solo reclaman porque ven el plato vacío, pero se dan por conformes con el agua o inclusive aprovechando la ocasión para iniciar un juego.