Clésio: el hombre que reza todos los días para que vuelva a llover

El sudeste de Brasil alberga a miles de familias que viven de la producción del café. Infobae se adentró en la historia de uno de los tantos trabajadores que luchan día a día contra la sequía

Es uno de los tantos brasileños que vive del café. En Sempre Verde, un vivero de cultivo, Clésio, de 38 años, es parte de un grupo de hombres que comparten la pasión por lo que hacen. “Desde los 17 años que trabajo en la producción del café. No imagino mis días fuera de esta actividad”.

En el mapa, Jaguaré es un pequeño municipio que no alcanza los 25 mil habitantes, pertenece al estado de Espirito Santo, en el sudeste de Brasil. Fui testigo de cómo conviven los sueños y la búsqueda del progreso de miles de personas. Incluso los de Clésio.

A bordo de su bicicleta, transita 22 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para ir de su casa al vivero y viceversa. Allí, la “muda de café” -el plantín que da inicio a lo que luego será el grano para consumir- es la estrella del lugar.

Clésio trabaja en la producción del café desde los 17 años en Sempre Verde, Estado de Espirito Santo, en Brasil

Clésio trabaja en la producción del café desde los 17 años en Sempre Verde, Estado de Espirito Santo, en Brasil

“No hay un día en que no rece para que llueva”, expresó Clésio, en una postura -aún- indescifrable. “En esta ciudad el clima es hermoso, pero la mayoría de nosotros -señala a sus compañeros- vive gracias a la lluvia.Estamos pasando un momento de sequía muy crítico“.

En Brasil, la agricultura aporta el 46% de sus exportaciones. De ese porcentaje, el café representa el 7%. ¿Más números? 330 mil productores, 50 cooperativas, 1.500 tostadores, 2.000 marcas y más de 30 billones de sacos de café (entre tostados, molidos y solubles) comercializados por añoson parte de una industria que tiene a los brasileños como líderes mundiales.

Clésio tiene un tono moderado. Habla lo justo. En el transcurso de la conversación, la timidez desaparece de a poco. Y en uno de los tantos silencios, emerge uno más incómodo, que él mismo se propone romper.

Brasil posee más de 300 mil productores de café en todo el país (Shutterstock)

Brasil posee más de 300 mil productores de café en todo el país 

– ¿Les gusta el fútbol?, interrogó curioso. Y agregó: “Yo soy fanático del San Pablo, nací en esa ciudad, pero hace muchos años que no voy a la cancha”.
– Debés estar contento entonces…
– ¿Por qué?
– Van a jugar la semifinal de la Copa Libertadores, ¿no estás feliz?
– No tengo tiempo de pensar en eso. Hace mucho tiempo que no vivo ese tipo de alegrías.

Brasil es el mayor productor de granos de café en el mundo
Su jefe lo llama pero está lejos y Clésio no lo escucha. Su frase quedó inconclusa. Cuando lo oye, su tranco encuentra un ritmo acelerado. Sin embargo, atender las necesidades de su patrón no lo demoran más de 5 minutos. El paulista vuelve, se acomoda la gorra y seca un poco su transpiración. Enfoca nuevamente la mirada, sonríe y espera. Quiere que le pregunten.

– ¿Por qué no tenés tiempo para pensar en alegrías?

Clésio desaparece, aunque su cuerpo permanezca allí. El sudor ya no le molesta, la gorra no le aprieta y el sol pareciera darle una caricia. Lo observa.El brillo hace que un ojo se cierre y el otro se mantenga lo suficientemente abierto para ver. Pero son pocos segundos. Baja la mirada y se recompone.

–Desde hace años sólo pienso en la lluvia, no tengo tiempo para dedicarle mi vida a otras cosas. Ya perdí tres trabajos por la sequía. Sucede que sin agua, no hay trabajo. Y sin mi trabajo, mis dos hijos no tienen qué comer.

La muda de café que luego será una planta; y más tarde se convertirá en un grano para industrializarLa muda de café que luego será una planta; y más tarde se convertirá en un grano para industrializar

Clésio volvió a bajar la mirada para no mostrarse vulnerable. Pateó la tierra y sólo logró ensuciar un poco más sus zapatos. Ocultó las manos detrás de su cuerpo y allí lo envolvió una burbuja de timidez. Hizo fuerza para no llorar y no se quebró. El momento incómodo, esta vez, encontraría otro método ingenioso para esfumarse

– ¿Nos sacamos una foto?, preguntó eufórico.
– Mejor a vos solo…
– Esperen, voy a buscar algo – al rato apareció con una planta de café-.
– Ahora sí, pidió Clésio, que mostró su mayor orgullo bajo un sol agobiante.