Cuando un astro pasa por delante de uno de mayor tamaño se produce el fenómeno conocido como tránsito. El más común es el eclipse solar, en el que la Luna nos “tapa” el Sol durante un tiempo.
Los tránsitos más inusuales son los planetarios, que suceden cuando un planeta se coloca en el disco del Sol. Este fenómeno solo se puede observar desde la Tierra cuando se alinean de esta forma los planetas interiores, es decir, cuando se alinean Mercurio o Venus entre el Sol y la Tierra.
El tránsito de Mercurio es el más habitual. Los astrónomos calculan que se produce unas 13 veces a lo largo de un siglo. El primero que se observó fue en 1631, visualizado por el astrónomo francés Gassendi.
El de Venus es menos común. Ocurre dos veces con 8 años entre uno y otro, y después pasa un intervalo de entre 105 y 121 años hasta que vuelva a suceder. El primer tránsito de Venus que se conoció fue un mes después que el de Mercurio, pero esta vez Gassendi no pudo observarlo porque no fue visible desde Europa. El tránsito de Mercurio ocurre entre el 8 y el 10 de noviembre, y en el caso de Venus a principios de diciembre o junio.
