Desde que el Indec abandonó el “apagón estadístico” que dispusieron las nuevas autoridades, por el descrédito de las mediciones previas, no pudo mostrar un resultado positivo de la actividad de la construcción. La excepción correspondió a los pedidos de permisos para construir obras privadas.
Después de un primer trimestre en el que receso de las obras totales fue de 5,2% en comparación con un año antes, el segundo se caracterizó por un debilitamiento inquietante, al punto que en los tres meses se anotaron sendas bajas de dos dígitos porcentuales.
Había comenzado ese período con declive de 24,1%, luego en mayo se atenuó a 12,9%, pero en junio se intensificó a 19,6%. De ahí que el resultado del semestre fue contractivo en 12,4 por ciento.
Semejante derrumbe tuvo sus efectos inmediatos en el empleo registrado, también a un ritmo de dos dígitos porcentuales en comparación con un año atrás: 13,8% hasta mayo, respecto del nivel de un año atrás.
La buena noticia volvió a estar concentrada en las expectativas de los desarrolladores privados, habida cuenta de que en el agregado de 41 municipios relevados por el Indec se observó un aumento de los perdidos de permisos para construir: 6,8% en junio en comparación con el mes previo y 3,4% en el acumulado de los seis meses.
En el segmento de las empresas que de modo predominante se concentran en la obra pública el Indec percibió un singular cambio de humor, puesto que más de 4 de cada 10 anticipó aumento de su actividad en el tercer trimestre, en contraste con algo más de 1 de cada 10 que pronosticó la continuidad del ciclo recesivo.
