Efecto mariposa, cómo saber cuándo falla la glándula tiroides

Se estima que más de dos millones de argentinos sufren de hipotiroidismo, pero muchos lo desconocen. Cómo reconocer los trastornos en el metabolismo

Ubicada en la parte inferior del cuello, por delante de la tráquea, se encuentra la glándula tiroides, popularmente conocida como “mariposa” debido a su forma. Se estima que el 10% de la población mundial padece algún trastorno en ella y más de 2 millones de argentinos sufren de hipotiroidismo. Además la mitad de quienes presentan nódulos allí no lo saben.

Resulta muy común oír sobre “los problemas de tiroides”, como cuando alguien tiene sobrepeso y suele culparse a los mismos. Sin embargo, pocos conocen a ciencia cierta qué es, para qué sirve y cuáles son las señales de alerta y sus efectos. En consecuencia, se subestiman algunos síntomas que pueden estar íntimamente ligados con el mal funcionamiento de la glándula y se demora la consulta.

Entre otras funciones se encuentra la producción de hormonas T4 y T3, ambas necesarias para la síntesis de proteínas esenciales para el crecimiento. También contribuyen en el desarrollo del sistema nervioso central y en la frecuencia cardíaca, en el nivel de colesterol, en la fuerza muscular, en la regulación de la temperatura corporal, las condiciones de la piel, el peso, el ritmo intestinal y en la función reproductiva.

Alteraciones funcionales

Quienes poseen antecedentes familiares y aquellos que presentan síntomas deben chequear su tiroides con regularidad. Quienes poseen antecedentes familiares y aquellos que presentan síntomas deben chequear su tiroides con regularidad.
Las dos alteraciones más frecuentes en su funcionamiento son el hipotiroidismo y el hipertiroidismo -cuyas causas pueden ser genéticas o estar ligadas a determinadas enfermedades autoinmunes-.

Hipotiroidismo

Cuando la glándula disminuye su actividad funcional puede indicar un cuadro de hipotiroidismo. Ahora bien, ¿todos debemos chequear la tiroides? No, sólo quienes poseen antecedentes familiares y aquellos que presentan síntomas ligados a la problemática. Entre los signos de alarma se encuentran: cansancio, uñas quebradizas, constipación, caída del pelo, pérdida de embarazo en el primer trimestre, ritmo cardíaco lento y, en algunos casos, depresión.

Como puede ser congénito, a las 72 horas de vida se determinan las concentraciones de la hormona tirotropina (TSH) en la sangre de todos los recién nacidos. La TSH estimula el funcionamiento de la tiroides y es producida por la hipófisis. Existe otro tipo de hipotiroidismo subclínico (no presenta síntomas), del que también debe sospecharse cuando se presentan antecedentes familiares.

Otra de las causas de hipotiroidismo es la enfermedad autoinmune denominada “tiroiditis de Hashimoto” por la que el sistema inmunitario produce anticuerpos y ataca a la glándula, que pierde su capacidad de producir suficientes hormonas. El tratamiento para hipotiroidismo suele consistir en la administración de hormonas tiroideas (levotiroxina).

Hipertiroidismo

Se presenta cuando la glándula funciona en exceso produciendo muchas hormonas. Esta enfermedad se puede diagnosticar por taquicardias, ojos saltones, irritabilidad, diarrea, dificultad para lograr un embarazo, hiperactividad, o disminución de peso y trastornos del sueño.

La enfermedad autoinmune emparentada con este trastorno se llama “de Graves”. En este caso, los anticuerpos hacen que la glándula produzca un exceso de hormona tiroidea. Aunque puede ocurrir a cualquier edad en hombres o mujeres, la enfermedad de Graves es más común en las mujeres de 20 a 50 años de edad con antecedentes familiares.

El tratamiento de estos pacientes puede ser con yodo radioactivo, suministro de drogas o cirugía. Si no se trata, puede ser peligroso y causar problemas cardíacos u osteoporosis.

Existe un trastorno que puede afectarla y que se produce a nivel estructural, con presencia de nódulos o de inflamación: el bocio aparece cuando la glándula crece y aumenta su tamaño.

En general no produce síntomas, pero en algunos casos puede provocar dificultades para tragar, para respirar e incluso cambios en la voz. Son más comunes en las mujeres: se estima que cada nueve mujeres afectadas hay un varón.

Pueden ser descubiertos por el paciente mediante el tacto o durante un examen clínico de rutina, o mediante una ecografía tiroidea que es aconsejada a pacientes que hayan palpado un nódulo o ganglios cervicales y a quienes posean antecedentes de cáncer de la glándula. En la mayoría de los casos, los bultos son benignos, lo cual significa que no son de riesgo para la vida. Más del 50% de la población los tiene y no lo sabe.

La causa de este cáncer se desconoce. Es posible que intervenga un defecto genético. La exposición a la radiación incrementa el riesgo de desarrollo de este tipo de cáncer. El yodo radiactivo es una de las principales herramientas utilizadas para el tratamiento y la detección de la persistencia de la enfermedad o recurrencia. En la actualidad, existen métodos que llevan a un diagnóstico precoz para identificarlos.