Córdoba, postales de una geografía ondulada

Un paisaje perfecto para encontrar refugio al abrigo de la naturaleza y las mejores opciones de aventura. Aquí, un recorrido por la provincia y sus principales atractivos.

Los infinitos matices del paisaje cordobés, enmarcado por un seductor conjunto de sierras, valles, ríos y lagos, perfilan escenarios ideales para disfrutar de unos días de descanso y practicar distintas modalidades de turismo aventura. Pero hay mucho más: Punilla, Traslasierra, Calamuchita, la ciudad de Córdoba, Alta Gracia y la laguna Mar Chiquita también ofrecen circuitos que rescatan la historia local desde el legado de las culturas precolombinas, platos típicos, artesanías y propuestas recreativas para los chicos.

CALAMUCHITA: un valle con sabor alpino

Mientras asoma la primavera y faltan pocas semanas para que estalle Oktoberfest, la tradicional Fiesta de la Cerveza, esta época es ideal para visitar el Valle de Calamuchita. Villa General Belgrano es la perfecta síntesis de la vistosa atmósfera alpina, introducida por los inmigrantes centroeuropeos, que se respira en esta región: se aprecia nítidamente en la arquitectura (casitas de madera coronadas por chimeneas y techos de tejas), melodías de valses, polcas y otros ritmos tiroleses y restaurantes especializados en cerveza artesanal goulasch con spätzle (estofado húngaro con ñoquis alemanes), solomillo de cerdo y embutidos varios.

Los contornos de Belgrano y otros pueblos –como Santa Rosa de Calamuchita, Yacanto de Calamuchita, Athos Pampa, Villa Berna, Inti Yaco y Villa Santa Rosa del Río– están dibujados por arroyos y ríos transparentes que bajan de los cerros para ramificarse sobre el verde. En La Cumbrecita, pinos, abedules y alerces delinean un microclima apacible. Por ese bosque serrano se cuelan senderos que imponen ciertas dificultades para llegar a pie al cerro Walk (de 1.715 metros de altura) y la piscina natural que la vegetación oculta en La Olla, punto final de la calle principal. A partir de ahí conviene continuar el trekking sin rumbo cierto. Los propios pobladores reorientan los pasos de los visitantes hacia la panorámica de El Indio, Las Tres Cascadas y el Lago de las Truchas.

A 30 kilómetros de La Cumbrecita, Los Reartes añade al atractivo natural de la región un recorrido histórico que vincula la pulpería Segundo Sombra (de 1930) con la capilla Inmaculada Concepción (construida a orillas del río Los Reartes en 1819) y la escuela Pedro Palacios, reliquia de 1895.

TRASLASIERRA: atractivos al pie de las Sierras Grandes

El itinerario más completo para apreciar las bellezas naturales del Valle de Traslasierra lo proporciona la traza serpenteante de la ruta 14. Desde Villa Cura Brochero, el viejo Camino de las Altas Cumbres apunta hacia el sur, para atravesar ríos y arroyos que recortan valles, pueblos acogedores, monte virgen, madreselvas y zarzamoras, todo enmarcado por la serranía.

El corredor turístico por excelencia abarca unos 30 kilómetros hasta Villa de las Rosas, que incluyen Nono, Las Rabonas, Los Hornillos y Los Pozos. El casco urbano de Nono marca un mínimo contraste con el paisaje natural, muy cerca de las pintorescas colinas Los Nonos. La feria de la plaza del pueblo es una atracción tan irresistible como las pizzerías que ofrecen empanadas y el imperdible lomito cordobés. Las riberas del río de los Sauces ofrecen balnearios naturales, protegidos por arboledas que frecuentan cardenales y calandrias. El descanso y el picnic se pueden combinar allí con el pernocte en algún camping, hotel o cabaña.

A 4 km de Nono, un camino de tierra conduce hasta las ollas de agua de Paso de las Tropas, que se forman en el río Nono Chico. Algo parecido ofrece el agua encajonada, tibia y transparente, del balneario Los Remansos. En medio de estos silenciosos parajes aparece el llamativo edificio de piedra del Museo Polifacético Rocsen, que desde 1961 reúne más de 140 mil objetos.

En Las Calles –donde viven 900 personas y miles de zorzales– empieza a descubrirse la magistral técnica de los artesanos en madera, los fabricantes de alfajores y de dulces caseros. En cambio, Los Hornillos se destaca por las piezas en cerámica negra (en especial, vasijas, platos, cacerolas y fuentes). A 30 kilómetros de Nono, la escala en Villa de Las Rosas recompensa con la vista de los jardines decorados con rosas de colores diversos y la feria de los sábados, donde 300 puestos ofrecen productos naturales, alimentos orgánicos, panes integrales, mandalas pintados, panqueques, ropa decorada, comida vegetariana, cerveza artesanal, locro, humita, chivito al disco y hasta tacos mexicanos, paellas y rabas fritas.

En el extremo norte de Traslasierra acaba de implementarse un circuito histórico que rescata la obra pastoral de José Gabriel del Rosario Brochero. El tour se inicia en Traslasierra y se completa en la ciudad de Córdoba.

PUNILLA: diversión y aventura para elegir

El recientemente pavimentado Camino del Cuadrado, que se desprende de la ruta E-53, ofrece una alternativa para adentrarse en el Valle de Punilla y, de paso, descubrir los encantos de Río Ceballos, una agradable aparición en medio de las Sierras Chicas. Balnearios con asadores, recreos y campings, señoriales mansiones de estilo inglés y la espectacular vista del lago del dique La Quebrada demandan un paseo que insume varias horas. La flamante ruta desemboca en la ruta 38 a la altura de Valle Hermoso. Desde ahí hacia el norte se suceden los puntos de interés de La Falda, Huerta Grande, Villa Giardino, La Cumbre, San Esteban, Los Cocos, Capilla del Monte y San Marcos Sierra. Pero no está de más escoger también el rumbo sur, teniendo en cuenta que en Punilla no se deberían soslayar Villa Carlos Paz, Tanti ni Cosquín.

De Tanti a Capilla del Monte, el valle de Punilla ofrece múltiples alternativas.

La amplia variedad de propuestas de Carlos Paz tiene vigencia más allá de la temporada de verano, cuando desborda la cartelera de espectáculos. Las panorámicas del lago San Roque y sus orillas se pueden apreciar tanto desde la costa como a través de un paseo en catamarán. Ese magnífico cuadro natural se amplía mucho más desde la cumbre del Cerro de la Cruz, a la que se accede con una aerosilla o por un sendero escalonado de 2.200 m, que serpentea para superar siete colinas.

En el extremo norte de Punilla, Capilla del Monte es un imán para los aventureros que practican trekking entre las formaciones naturales, cuevas y cascadas de Los Terrones y se animan a trepar la ladera del cerro Uritorco. A 26 km de Capilla, San Marcos Sierra –aldea de hippies, ecologistas, músicos, escritores, artistas plásticos, artesanos y apiculto-res– ofrece un nuevo recorrido por sus sitios históricos, que arranca en la iglesia de piedra y adobe del siglo XVII.

CÓRDOBA CAPITAL: la Manzana Jesuítica y mucho más

En uno de los vértices de la céntrica plaza San Martín se inicia uno de los paseos guiados más completos para desandar el circuito religioso e histórico de la capital cordobesa. El mirador del piso 11 del hotel Sussex brinda una de las mejores panorámicas del área fundacional, en la que se destaca en primer plano la fachada de la Catedral y los campanarios de sus dos torres de estilo barroco. Hacia el sur del centro neurálgico de la ciudad se extiende la Manzana Jesuítica.

La catedral, en el área fundacional de Córdoba.

Por esa razón, conviene continuar la caminata por la calle Obispo Trejo y conocer los lejanos orígenes de la iglesia Compañía de Jesús y el Colegio Monserrat, que conserva su techo abovedado del siglo XVII, pupitres de hierro y madera del siglo XIX, celdas de castigo y el señorial Patio Mayor, con una fuente recubierta con azulejos de España. Una pieza suelta del patrimonio jesuítico se oculta debajo del pavimento, en el cruce de Colón y Rivera Indarte: la Cripta, obra de originarios pobladores comechingones, redescubierta en 1988.

El Mercado Norte (en Estrada y Buenos Aires) induce a llenar la mochila con productos típicos, como alfajores, salames, quesos, miel y aceitunas. Puede ser una buena idea para ensayar un picnic en el parque Sarmiento, donde habría que añadir un sandwich de lomito con jamón y queso. Lo mejor de la animada vida nocturna espera en los pubs y restaurantes que rodean la plaza Alta Córdoba, apenas el primer paso para muchos jóvenes que alargan la salida en las discos de los barrios Chateau y Nueva Córdoba.

Un desvío encajonado del río Suquía forma La Cañada, un clásico paseo de los cordobeses. Cruzando Duarte Quiroz hacia el sur por M. T. de Alvear, a la par del escuálido riacho que viborera, en el barrio Güemes sobreviven algunos mojones de Pueblo Nuevo y El Abrojal, la primera expresión urbana de Córdoba: almacenes, viejos boliches de calicanto y casas de remota arquitectura de vanguardia que alteraron el original paisaje de pastizal.

Otros puntos de interés de la ciudad se pueden admirar desde la terraza al aire libre de un micro Bristol, fabricado en Inglaterra en 1964, que transita un trayecto urbano de una hora y media por el Monasterio de Santa Catalina de Siena, el Museo de Arte Religioso Juan de Tejeda, el Monasterio de Carmelitas Descalzas de San José, el Jockey Club y el teatro San Martín.

PARAVACHASCA toque aristocrático donde late el pasado

Desde el este y el oeste, las siluetas de las Sierras Chicas y Grandes envuelven esta localidad, la principal referencia del Valle de Paravachasca (“vegetación enmarañada”, según una expresión de los primitivos pobladores comechingones). Desde la ciudad de Córdoba se accede a Alta Gracia a través de la ruta 5, que también conduce hasta los otros poblados turísticos de la región: Anisacate, Villa La Bolsa, La Paisanita y Los Aromos y Potrero de Garay, en el camino al Valle de Calamuchita.

Estos remansos de aire puro y escasa urbanización inducen a realizar cabalgatas, caminatas, travesías en bicicleta y visitas guiada al Parque Nacional Quebrada del Condorito, donde sorprende una población de más de 70 cóndores andinos. El río Anisacate y el embalse Los Molinos son los lugares indicados para practicar deportes náuticos (como windsurf, esquí acuático y paseos en balsa) y pescar pejerrey y carpa.

El valioso patrimonio histórico y arquitectónico de este valle se concentra en Alta Gracia. Se refleja mayormente en las construcciones de fines del siglo XIX. En la Estancia Jesuítica funciona actualmente el Museo Casa del Virrey Liniers. De ese imponente conjunto edilicio forman parte una iglesia y el Tajamar.

La obra de los sacerdotes de la orden jesuita forma parte del circuito de museos de Alta Gracia, junto con Villa Nydia –la casa donde vivió la familia Guevara Lynch cuando Ernesto tenía 4 años y todavía no era el famoso Che– y el chalé Los Espinillos, la residencia del músico español Manuel de Falla desde que llegó al país en 1942 hasta su muerte, en 1946.

El compositor subía todos los días a tomar el té de las 5 en punto en el Sierras Hotel, otra reliquia del pasado aristocrático de Alta Gracia, recuperada por una cadena hotelera. En su glamorosa primera etapa, el hotel albergó a personalidades de la talla del científico Albert Einstein, el príncipe de Gales y los ex presidentes Arturo Illia y Arturo Frondizi.

En un radio de unos 10 kilómetros hacia el oeste y el sur de Alta Gracia, los parajes Los Aromos, La Bolsa, La Serranita, La Paisanita, La Isla y La Rancherita ofrecen balnearios de arena clara, piletas naturales, ollas, cascadas, sitios para acampar y asadores.

MAR CHIQUITA La gigantesca laguna de sal y flamencos

En el noreste de la provincia de Córdoba, la ruta 17 avanza hacia el límite con Santa Fe por una serie de pueblos rurales alternados con extensos campos cubiertos de soja. Recién una vez que atraviesa La Para, donde la ruta es invadida por multitudes de pájaros, hacia la izquierda se empieza a adivinar el interminable horizonte de la laguna Mar Chiquita, también conocida como Mar de Ansenusa. El acceso para llegar hasta la orilla nace más adelante, en Balnearia. Pero esta localidad agrícola de nombre sugestivo vuelve a desmentir la proximidad de la inmensa laguna de 450 mil hectáreas. Aquí no queda más que admirar la hermosa estación de tren en desuso, la amplitud de los parques públicos y las modernas máquinas cosechadoras.

El panorama empieza a cambiar cuando uno transita el desvío de 12 kilómetros y se acerca a la villa turística Miramar, definitivamente recuperada de la gran inundación extendida entre 1977 y 1981, que arrasó con cuatro manzanas del casco urbano. Durante la mejor época del balneario, entre las décadas del 40 y del 60, la laguna atraía a visitantes de todo el país y del exterior gracias a las propiedades terapéuticas de sus barros y aguas saladas, alimentadas por el río Dulce que baja desde Santiago del Estero. También fue ese el tiempo de esplendor del Gran Hotel Viena, abandonado durante décadas, recuperado últimamente y reconvertido en museo. La mole del legendario hotel se levanta a unos 5 kilómetros hacia el este de Miramar. Décadas atrás, allí floreció Colonia Müller, un asentamiento agrícola poblado por inmigrantes alemanes e italianos y creado por el terrateniente Hermann Müller.

El pueblo costero alteró notablemente su semblante desmejorado. Ahora luce decorado con arboledas, modernos hoteles, casino, spa, casas elegantes, la renovada avenida Costanera. Este relajado paseo de 800 metros está salpicado de miradores, ideales para llenarse los ojos con el colorido del atardecer y los flamencos rosados que asoman en la orilla. Los sencillos restaurantes de Miramar ofrecen sabrosa comida casera, aunque hay que tener en cuenta que, a causa del incremento de la salinidad de la laguna, el pejerrey (históricamente, el plato típico de la zona) ya no es autóctono.

OTROS IMPERDIBLES

Cerro Colorado
A 160 km al norte de la ciudad de Córdoba por la ruta 9, esta pequeña comuna encerrada entre cerros reúne atractivos de valor arqueológico, cultural, histórico y natural. Los originarios pobladores comechingones se afincaron en la zona en el siglo VI y los sanavirones llegaron alrededor del siglo XIV. De esas culturas prehispánicas se conservan unas 3 mil pinturas rupestres en aleros y cuevas de la serranía de Ambargasta. Durante algunos años, Cerro Colorado también fue la residencia de Atahualpa Yupanqui y su mujer Nanette. La visita a su casa (transformada en museo) permite apreciar discos, fotos, libros, partituras y la guitarra del célebre cantor, compositor y poeta. Sus cenizas están depositadas a la sombra de un roble, junto a los restos del bailarín Santiago Ayala “El Chúcaro” (www.fundacionyupanqui.com.ar).

Una noche de alojamiento con desayuno, TV cable, wi-fi y cochera cubierta en el hotel Cerro Colorado cuesta $ 250 por persona; de 5 a 10 años, $ 150 (www.hotelcerrocolorado.com). En Cerro Colorado también hay cabañas, hospedajes, fincas rurales, cinco cámpings y casas de familia que ofrecen sus instalaciones a los turistas.

Río de los Sauces
Para llegar desde Córdoba capital a este paraje hay que recorrer 184 km por la ruta 36 y desviar hacia la derecha por la ruta 68 en Berrotarán. Allí ya empieza a perfilarse el encantador paisaje que inspira el mote “La comarca de los pintores” que ostenta Río de los Sauces, enmarcado por el río de aguas transparentes y la sierra de Comechingones. La huella de los habitantes precolombinos se manifiesta a través de puntas de flechas, boleadoras y morteros de piedra. Es una zona ideal para practicar la pesca deportiva de truchas, recorrer senderos a pie, en bicicleta o a caballo, entre saltos de agua y quebradas. Se organizan recorridos guiados por el circuito cultural y religioso y excursiones en 4×4 hasta el yacimiento minero Florita. Desde Buenos Aires (a 690 km) se puede llegar por las rutas 8 (Panamericana ramal Pilar) hasta Río Cuarto, 30 y 23 (www.comarcadepintores.com.ar).