Brote de fiebre amarilla podría extinguir a los carayá

Decena de casos posibles de fiebre amarilla en humanos y la aparición de monos muertos en los estados brasileños de Minas Gerais y Espirito Santo dispararon la alarma sanitaria en esta región

Decena de casos posibles de fiebre amarilla en humanos y la aparición de monos muertos en los estados brasileños de Minas Gerais y Espirito Santo dispararon la alarma sanitaria en esta región. Sobre todo por la cercanía de Misiones con el sur del país vecino y los antecedentes de menos de una década atrás, tanto en personas como en los carayá. Estos últimos, centinelas epidemiológicos que podrían extinguirse en la provincia de producirse un fuerte brote de la enfermedad.

Así lo analizó la doctora en ciencias ecológicas Ilaria Agostini, coordinadora del Proyecto Carayá Rojo, que apunta a desarrollar una estrategia de conservación de este primate.

“En este momento hay brotes de fiebre amarilla en algunos estados de Brasil: principalmente Minas Gerais, con mas de 100 casos en humanos (aunque no todos confirmados) y registros de epizootias (mortandades masivas de animales por enfermedades infecciosas) de monos aulladores. Pero también ha habido desde el año pasado en San Pablo y ahora se han registrado casos en humanos y aulladores en el estado de Espirito Santo. Hasta ahora parece que la dirección en la que se mueve esta ola de fiebre amarilla es de oeste a este. Eso implica que todavía no existe un riesgo inmediato para Misiones, ya que no se registraron casos en los estados de Brasil mas al sur, lindantes con la provincia. Sin embargo, hay que estar atentos porque las dinámicas de propagación de este virus son muy impredecibles y pueden cambiar”, detalló la especialista, investigadora asistente del Conicet que trabaja en el Instituto de Biología Subtropical (IBS) sede Iguazú (Conicet-Unam) y en la Asociación Civil Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (Ceiba).

¿Qué pasaría con los carayá si hay otro brote?
Esto frenaría la lenta recuperación de las poblaciones de carayá desde la ultima epidemia de 2008-2009. Si el brote fuera muy fuerte, hasta podríamos esperarnos la total extinción de la especie más amenazada, que es el carayá (o aullador) rojo. Esta especie siempre ha sido presente en densidades muy bajas en Misiones, que es la única provincia de Argentina donde se encuentra. Con los brotes de 2008-2009, la pequeña población de carayá rojo ha sido diezmada y su recuperación ha sido lenta.

Hasta hoy en día, no han reaparecido individuos en algunas áreas donde se los veía seguido, como el Parque Provincial Cruce Caballero. Pero sí han vuelto a verse en otras áreas como el Parque Provincial Piñalito y el Parque Provincial Moconá. Lo mismo pasa con la población del carayá negro, que tampoco nunca ha sido abundante en Misiones, pero que ahora después de la última epidemia se redujo muchísimo. Una nueva ola de fiebre amarilla podría llevar estos primates al borde de la extinción.

Agostini, quien comparte el proyecto con un grupo de biólogos y veterinarios epidemiólogos, detalló que entre noviembre de 2007 y diciembre de 2008 se encontraron 59 ejemplares de las dos especies de carayá muertos, pero dado que hallar estos cadáveres no es un evento frecuente, el número total podría ser entre tres y cuatro veces mayor.

Las poblaciones han mostrado señales de recuperación, pero siguen siendo muy pequeñas y podrían desaparecer con más facilidad en el caso de un brote importante de fiebre amarilla.

En Brasil, se perdieron por entonces más de 2 mil ejemplares en Río Grande do Sul, “una verdadera tragedia” para poblaciones ya afectadas por otras amenazas, como la deforestación.

¿Cómo afecta el desmonte y la actividad del hombre en espacios selváticos?
Las actividades del hombre y sobre todo el desmonte parecen afectar de manera significativa al incremento de la frecuencia e intensidad de los brotes de fiebre amarilla. Estas modificaciones del ecosistema, así como los cambios climáticos, pueden crear condiciones favorables para las poblaciones de mosquitos vectores y eso facilita la circulación del virus en áreas silvestres y su propagación.

Recordemos que un posible vector del virus es el mismo Aedes aegypti que transmite el dengue. A pesar de que generalmente los brotes de fiebre amarilla no lleguen a los ambientes urbanos, donde vive este mosquito, tenemos que ser conscientes que eventualmente el virus podría propagarse de los ambientes selváticos a los urbanos al tener disponibles muchos mosquitos que los pueden transmitir. Una razón mas para cuidarnos y tratar de reducir este mosquito en nuestros hogares.

¿Por qué los carayá son más proclives a contraer la enfermedad que otras especies?
La fiebre amarilla es una enfermedad que originalmente vino de África con los esclavos en el siglo XVI-XVII. En África, los primates están adaptados al virus y muestran buena resistencia. En Sudamérica, donde su difusión ha sido más reciente, algunas especies de primates evidentemente todavía no han podido adaptarse al virus y en ellos tiene un alta letalidad.
De todas estas especies, los monos aulladores (o carayá, Alouatta spp) son los mas vulnerables. Al ser contagiados con el virus por un mosquito se enferman y al cabo de pocos días se mueren. Por otro lado, hay especies mas resistentes, como el mono caí, que normalmente aunque se pueda enfermar, sobrevive a la enfermedad. Es importante destacar que el mono carayá al ser tan sensible al virus es considerado un ‘centinela epidemiológico’, porque la muerte de un elevado número de individuos alerta de manera temprana sobre la presencia de la enfermedad en un área. Si no hay mas carayá, no tenemos más centinelas y la llegada del virus nos encontraría más desprevenidos, sin posibilidad de activar campañas de vacunación con tiempo, por ejemplo, y así evitar la muerte de muchas personas.

¿Qué acciones se están haciendo y cuáles se proponen?
En los últimos ocho, nueve años, se han llevado a cabo al menos tres relevamientos de las poblaciones de carayá en Misiones. A pesar de que en la actualidad es imposible arrojar un número exacto que indique el tamaño de las poblaciones remanente, sabemos que son muy escasas.

En conjunto con Eduardo Lestani, del Instituto Nacional de Medicina Tropical (Inmet) y Silvina Goenaga, del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas (Inevh), estamos llevando a cabo un monitoreo del virus de la fiebre amarilla y otros arbovirus afines en mosquitos capturados en zonas habitadas por monos carayá en Misiones. Este estudio generará conocimiento clave sobre cuáles son los vectores del virus en nuestra provincia y podría indicar la circulación del virus en los ambientes selváticos.

 

Ademas, desde el Ministerio de Salud de la Nación se está organizando una red de notificación para que si alguien detecta un evento de mortandad de monos carayá pueda derivar la información de manera rápida y efectiva y se puedan tomar las muestras necesarias para el análisis que confirme posibles casos de fiebre amarilla.

 

Otra tarea importante que se va a desarrollar en un futuro próximo es establecer un programa de monitoreo de las poblaciones remanentes de carayá (de ambas especies) en Misiones para poder detectar de manera temprana posibles eventos futuros de epizootia debidos a la fiebre amarilla. Este programa de monitoreo se basara’ en la activa participación de todos aquellos que trabajen en zonas selváticas en áreas de distribución de los monos carayá, sobre todo guardaparques, biólogos, poblaciones locales.

 

En Posadas y Garupá todavía sobreviven manadas
Amado Martínez, herpetólogo y rescatista de fauna silvestre, detalló a El Territorio que quedan en la ciudad capital grupos de monos carayá que sobrevivieron a la modificación de la ciudad con el avance de la urbanización sobre las costas. Se puede observar estas manadas en la zona de Nemesio Parma, Hipódromo, Laurel, detrás de la Biofábrica y en el final de la ruta 213.

 

“Hace una semana en el acceso oeste con ayuda de bomberos, nuestro Grupo Yarará en Acción rescató un mono carayá que estaba en una jirafa del paseo”.

 

Analizó que el ejemplar pudo llegar hasta ahí moviéndose desde Parma o Laurel. “Es común que un ejemplar joven sea expulsado del grupo por el macho líder para evitar que este potencial rival lo enfrente y le quite su liderazgo”.

 

Otro peligro que corre la especie en una ciudad que casi se queda sin zona de montes, es la de morir electrocutados. Algo que ya ocurrió: “En la zona de El Laurel son cada vez menos los que quedan y muchos murieron porque van por los cables de la electricidad y recibieron descargas”.

 

Martínez lamentó que también algunas conductas dañinas, como arrojar piedras, lastima y mata a estos animales que tienen como último reducto algunos manchones de montes que quedan. “Si no hay acciones serias y conciencia del valor de la fauna silvestre vamos a perder los monos salvajes como ya perdimos otras especies; en los últimos años dejaron de verse lobitos de río, carpinchos, las víboras también están amenazadas”.

 

Resaltó que la fauna del sur provincial es diferente a la que se encuentra en la zona de serranías y en la selva misionera. “Estamos en áreas de transición, Posadas es zona de campos y pastizales, es más parecida a Corrientes, comparte muchas características y la fauna también es parecida a la que habita los esteros”.