En Australia nace un raro rinoceronte negro

El nuevo residente del Taronga Western Plains Zoo de Australia (una organización sin ánimo de lucro que apoya la conservación de la vida silvestre) es un rinoceronte negro recién nacido al que aún no han puesto nombre. Sus padres son Bakhita y Kwanzaa. El pequeño rinoceronte nació la noche de Halloween, el 31 de octubre, y es el segundo de este tipo nacido en 2017. El anterior fue una hembra que nació en abril llamada Mesi (e hija de Kufara).

Por desgracia, el rinoceronte negro (Diceros bicornis) está en peligro crítico de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Lo curioso es que una vez fue la especie de rinoceronte más numerosa del mundo (con cifras de 850.000 ejemplares) pero hoy día, las estimaciones indican que la cifra es de menos de 5.500 animales. En zonas como Mozambique, el rinoceronte negro ha desaparecido por completo.

La razón principal de esta disminución tan preocupante es la pérdida de hábitat debido a la explotación agrícola y la caza furtiva altamente agresiva de los cuernos de estos animales, cuya venta ilegal puede alcanzar la sorprendente cifra de más de 50.000 euros por kilogramo en el mercado negro.

En 1995 el número de rinocerontes de labio ganchudo o negro llegó a su nivel más bajo en 1995, cuando apenas sobrevivían 2.410 ejemplares.

Para ayudar a la conservación del rinoceronte negro, los zoológicos de todo el mundo comenzaron a desarrollar programas de reproducción, de ahí que el número haya ascendido tímidamente, pero aún queda un largo camino por recorrer.

El Taronga Western Plains Zoo, concretamente, adquirió seis rinocerontes negros para su programa de cría en 1994 y, desde entonces, han nacido 14 rinocerontes negros. Bakhita, la madre del pequeño, también nació en el zoológico australiano en 2002. Teniendo en cuenta a ambos rinocerontes nacidos en 2017, el zoo alberga ya tres generaciones distintas de rinocerontes.

Según el zoológico, el nuevo ‘bebé’ se está acomodando bien. Ha conocido a sus criadores humanos en un patio al que puede pasar el pequeño pero no la madre (es una pequeña abertura en el recinto) y donde puede caminar con libertad.

Comentan en Muy Interesante que la cría, que es muy activa y curiosa con su entorno, no comerá alimentos sólidos hasta que tenga tres meses y, no se mostrará al público hasta 2018 para favorecer el vínculo entre cría y madre.