Una primavera a puro cine argentino

Gilda y El ciudadano ilustre son las estrellas de la primavera que vive el cine argentino.

Todo indica que la película de Lorena Muñoz, magníficamente protagonizada por Natalia Oreiro, volverá este fin de semana a liderar las cifras de concurrencia pese a tener un rival tan fuerte como Cigüeñas, que multiplica por definición su convocatoria al tratarse de una película animada para público familiar. Mientras tanto, El ciudadano ilustre consigue mantener el interés y en su tercera semana en cartel (se estrenó una antes que Gilda) conserva un lugar privilegiado entre los títulos más vistos de la cartelera local: seguramente quedará tercera al término de este fin de semana. Las dos disfrutan también de una valiosa proyección internacional, a la que acaba de sumarse el reconocimiento a El invierno, de Emiliano Torres, en el Festival de San Sebastián.

Según las últimas cifras disponibles de Ultracine (las de anteanoche), las entradas vendidas por Gilda y El ciudadano ilustre sumaban algo más de 630.000. Un número muy relevante en un contexto de baja respuesta en la taquilla, que le brindó el fin de semana pasado al cine argentino un destacable logro: dos producciones locales fueron las más vistas en todo el país.

Desde una perspectiva optimista podría verse esta primavera como el corolario natural de una tendencia que parece ya consolidarse en el largo plazo. El 18 de septiembre, Ultracine reveló que por cuarto año consecutivo el cine nacional superó la marca de los cinco millones de espectadores. Lo que parecía una hazaña casi imposible hasta 2012 (según se consigna allí) hoy es visto como el resultado natural de un cambio apreciable de comportamiento: el público argentino responde a los estímulos del cine argentino y se siente razonablemente atraído por un cine al que no hace mucho tiempo atrás le daba la espalda.
También podemos analizar todos estos datos desde una mirada más cauta y llegar a conclusiones un poco más matizadas. El informe de Ultracine también subraya que la plausible respuesta del público argentino a su propio cine se produce bajo el signo de la concentración. En lo que va de 2016, diez largometrajes superaron las 200.000 entradas vendidas: Me casé con un boludo, El hilo rojo, 100 años de perdón, Permitidos, Inseparables, Kóblic, Al final del túnel, Una noche de amor y los dos éxitos actuales en cartel: Gilda y El ciudadano ilustre. Todos ellos suman una cifra de taquilla equivalente al 91 por ciento del total de las entradas vendidas por el cine argentino en 2016 (el 18% del mercado). Pero resulta que desde el 1° de enero hasta hoy se llevan estrenados 200 títulos nacionales. La inmensa mayoría pasa completamente inadvertida.

Aquella imagen del vaso medio lleno frente al que está medio vacío se aplica a la perfección a este momento del cine argentino. Están los que miran con algún soslayo lo que ocurre con los éxitos actuales del cine argentino, números en mano: recuerdan que al llegar a su segunda semana en cartel, Relatos salvajes (2014), El clan (2015) y Me casé con un boludo ya habían superado el millón de tickets vendidos. A Gilda le costará bastante más alcanzar esa cifra de enorme valor simbólico.
Otros eligen destacar que Gilda ya es un éxito indiscutible, pese a haber quedado muy lejos en la comparación de los referentes más exitosos del cine argentino reciente. Y dicen que es preferible sumar una buena cantidad de público entre varias películas argentinas que acaparar todas las entradas en una sola, dejando al resto a una distancia sideral. Sólo así se podría mantener el tiempo una tendencia sostenida de apoyo al cine argentino por parte de su propio público.

Mientras tanto, otros factores se van sumando a este cuadro de situación, que de esta manera suma matices, complejidades y nuevos atractivos. El mismo día en que se anunciaba el quinto año consecutivo para el cine argentino con cinco millones de entradas vendidas, el sitio especializado otroscines.com dio a conocer los datos de una caída significativa de la actividad en el sector: menos rodajes y la pérdida de casi 700 puestos de trabajo en el primer semestre de este año, según datos del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina.

A la vez, ya empiezan a crearse expectativas alrededor de algunos proyectos que podrían ser los próximos éxitos de taquilla del cine argentino para 2017. En algunos de ellos parece reverdecer el modelo de coproducción (especialmente con España) que en otros tiempos resultó vital e indispensable para que el cine argentino encuentre, a la vez, afirmación local y proyección internacional.

Hasta aquí aparecen claramente cinco títulos que reúnen todo ese potencial. El primero es Nieve negra, de Martín Hodara (estreno previsto para el 12 de enero), un intenso thriller con Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia como dos hermanos enfrentados a partir de una oscura tragedia. Luego llegará Casi leyendas, de Gabriel Nesci (23 de mayo), reencuentro en clave de comedia de los integrantes de una antigua banda, protagonizada por Diego Peretti, Santiago Segura y Diego Torres.

La tercera apuesta es Los que aman, odian, de Alejandro Maci (6 de abril), inspirada en la novela que escribieron juntos Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. Mezcla de intrigas pasionales y trama policial ambientada en un alejado hotel de la costa atlántica, tendrá como figuras a Guillermo Francella, Luisana Lopilato y Juan Minujín.

Un mes después llegará Los padecientes, de Nicolás Tuozzo (4 de mayo), adaptación del best seller de Gabriel Rolón con el regreso de la pareja de El hilo rojo, María Eugenia Suárez y Benjamín Vicuña. Y el plato fuerte será La cordillera, de Santiago Mitre (17 de agosto), con Ricardo Darín encarnando a un presidente argentino que en medio de una cumbre debe resolver al mismo tiempo problemas políticos y personales decisivos para su vida.

Con todo, ni los actuales éxitos de boletería ni los desafíos de los que vendrán ocuparán en los próximos días la atención preferencial del cine argentino. El viernes próximo se conocerá el veredicto de los integrantes de la Academia del Cine local y sabremos cuál es la película que nos representará en la ardua carrera por llegar al Oscar. Algunos ya mencionan a El ciudadano ilustre y otros prefieren jugarse por otros títulos bien recibidos aquí y allá: La luz incidente, de Ariel Rotter; la todavía inédita La larga noche de Francisco Sanctis, de Francisco Márquez y Andrea Testa (que pasó por varios festivales internacionales, entre ellos, Cannes, y se estrenará aquí en noviembre) y hasta El rey del Once, de Daniel Burman.

El legítimo sueño de llegar tan lejos como lo hicieron El secreto de sus ojos (dueño de un histórico triunfo en 2010) y Relatos salvajes prolonga y estimula la primavera del cine argentino.