Una encantadora cocina con aire retro

Una distribución funcional dividida en tres zonas —lavado, cocción y almacenaje— facilita las tareas en esta cocina de aire retro. El plus: una barra para desayunar a diario.

Azulejos blancos y biselados en las paredes, un suelo que evoca las losetas hidráulicas de finales del siglo XIX, armarios con tiradores de porcelana… La primera impresión que produce esta cocina, es la de un ambiente de otra época. Sin embargo, los electrodomésticos —lavadora, lavavajillas, microondas, horno, frigorífico, robot de cocina…— nos sitúan, sin duda, en el siglo XXI. Los muebles en color gris perla, con frentes de cristal que permiten asomarse a su contenido —como en las antiguas alacenas de nuestras abuelas, con baldas rematadas en puntillas—, potencian ese guiño al pasado. Una mirada nostálgica tras la que se esconde una distribución práctica y actual del espacio.

Taburetes. Son una buena opción para completar una barra de desayunos, en especial, cuando se ubican en una península. Para facilitar la circulación en la cocina, lo ideal es elegir un diseño sin respaldo, que se pueda meter debajo de la barra cuando no se utilice. Mide la distancia máxima entre las patas y asegúrate de que no chocarán con las del resto. Taburetes Dalfred, de Ikea (35,99  c/u).

Materiales. Los diseños que imitan los revestimientos antiguos son la última moda. Aquí se eligieron dos modelos de la firma Vives Cerámica: azulejos blancos cortados a bisel para las paredes, y un gres cuyo estampado evoca las losetas hidráulicas antiguas, en el suelo. Los colores de este último realzan el acabado gris de los muebles y armonizan con los taburetes negros.

Con el fin de rentabilizar el tiempo, los utensilios de uso diario se colgaron en una barra. Una solución que evita abrir el cajón y buscar aquel que necesitamos entre gadgets y otros accesorios. La barra se fijó en el frente de la mesa de desayunos.
Así queda amano de lazona de cocción y del fregadero.

a zona de aguas aúna el lavavajillas, el fregadero y la lavadora. Para evitar paseos inútiles, copas, tazas y vasos se guardan en las vitrinas; mientras que cubiertos y platos tienen su lugar en el cajón y la gaveta inferiores. ¿Te has fijado en el zócalo? Al estar retranqueado, permite acercarse al máximo al fregadero y meter los pies debajo. ¡Pura ergonomía!

Frente a la barra se situó el frigorífico y un módulo de muebles de suelo a techo. Ahí se ubicaron el horno y el microondas, a la altura de los ojos, para vigilar su interior sin agacharse ni forzar la espalda.

El acceso se realiza a través de una puerta corredera. Como su hoja se empotra en la pared, en el interior de la cocina se ganó espacio para prolongar el frente de cocción con muebles altos y bajos. La hoja, de cristal translúcido, facilita el paso de la luz natural desde el pasillo. Un tirador grande permite manipularla con toda la mano, cómodamente.