Un encanto a pequeña escala: Basilea

Con fuerte tradición universitaria y una arquitectura que combina lo medieval y lo moderno, es la ciudad natal de Roger Federer.

Desde las dos orillas del Rin, Basilea, la ciudad universitaria más antigua de Suiza, despliega una arquitectura medieval y moderna e invita a conocer sus encantadores y silenciosos rincones.

Catedral de Basilea, Suiza (Getty Images)

Catedral de Basilea, Suiza (Getty Images)

Así como existen libros clásicos que han sido editados en versión de bolsillo y en un volumen compacto mantienen la majestuosidad del relato original, algunas ciudades presentan en un tamaño reducido todos los atractivos de las grandes urbes. Este es el caso de Basilea, la ciudad universitaria más antigua de Suiza y la tercera más poblada del país. Y la ciudad natal del tenista Roger Federer.

Ubicada a orillas del Rin, esta pequeña ciudad fronteriza se encuentra entre Francia y Alemania, en el norte de Suiza. El casco histórico, con su entramada red de callecitas, concentra los atractivos turísticos en un espacio relativamente pequeño, que puede recorrerse con comodidad en dos días, siempre y cuando el viajero se limite a visitar sólo uno o dos de los más de 40 museos de la ciudad.

[googlemaps https://www.google.com/maps/embed/v1/view?key=AIzaSyAxnvjnoA1_lEpfC9cxjrPdsUFCg4Bib6o&center=47.55959860000001,7.588576099999955&zoom=15&maptype=roadmap&w=480&h=450]

El Rin divide a Basilea en dos y ofrece paseos por ambas orillas, que pueden unirse a través de distintos puentes. El Mittelere Brücke es el más pintoresco y el que hay que asegurarse de cruzar; a mitad de camino llama la atención una pequeña capilla, reproducción de la que se encontraba en ese mismo lugar en la Edad Media donde se emitían sentencias de muerte. Cuando comenzó a circular el tranvía eléctrico, el puente antiguo tuvo que dejarle lugar al actual Mittlere Brücke, que data del año 1905.

Aquí todo es tranquilidad y elegancia: los autos y tranvías no emiten ningún tipo de sonido, las personan conversan en voz baja y por primera vez en mucho tiempo el viajero se detiene a escuchar y a disfrutar del silencio. Pasear y perderse por sus calles es una gran alternativa para conocer la elegante arquitectura medieval de la ciudad, que se fusiona con grandes obras contemporáneas, como la de los prestigiosos arquitectos Frank Gehry o Zaha Hadid.

Si bien Basilea es muy cara, ofrece una gran ventaja a los turistas: el Mobility Ticket, un pase que permite utilizar de manera gratuita toda la red de transporte público de la ciudad durante toda la estadía. Es otorgado directamente por el hotel o por cualquier alojamiento turístico donde se haya registrado el viajero.

De plaza en plaza

El recorrido comienza en la MarktPlatz, la plaza más conocida de la ciudad y donde se encuentra el edificio más representativo de Basilea: el ayuntamiento, con su imponente fachada roja. Construida en el siglo XVI para reemplazar a la municipalidad anterior, la actual sede del gobiernose amplió en el siglo XVII y fue entonces cuando el pintor Hans Bock adornó el frente con elementos arquitectónicos simulados, que hay que observar en detalle para percibir que el relieve es generado a través de la pintura. En las almenas se observan los 12 escudos que representan a cada uno de los cantones que formaban parte en ese momento de la Confederación. Es posible ingresar –con entrada gratuita- para conocer su patio interior, sus frescos, las arcadas y su torre.

 

Colorido desfile de carnaval en Basilea, Suiza (Getty Images).

Colorido desfile de carnaval en Basilea, Suiza (Getty Images).

Al salir, la pequeña pero coqueta MarktPlatz ofrece un mercado con las especialidades gastronómicas suizas. Puede ser una buena alternativa tomarse un rato para degustar una Rösti (un tipo de tortilla plana de papas hervidas o crudas), una Älplermagronen (gratinado de papas, macarones, queso, crema, cebollas y guarnición de manzanas tamizadas) o la ya conocida Raclette, de queso fundido sobre papas. La plaza adyacente es la Barfüsserplatz, donde se encuentra el Museo del Juguete con su impactante frente: paraguas abiertos de colores, encendidos por la noche, decoran al edifico que recoge más de 6.000 objetos en la colección más grande del mundo. Apenas unos pasos más allá y donde se encontraba años atrás el escenario del viejo teatro municipal, el famoso pintor y escultor suizo Jean Tinguely colocó dentro de una piscina nueve figuras de hierro en movimiento, que parecen interactuar entre sí, emulando a los actores y bailarines que participaban de obras de teatro en este mismo lugar. Vale la pena sentarse en los bancos de alrededor para disfrutar en detalle de la genialidad de este artista. Para conocer más de su obra, puede visitarse el Museum Tinguely, del otro lado del río El jardín zoológico de la ciudad, inaugurado en 1874, es considerado como uno de los más lindos de Europa y alberga un gran número de animales exóticos y de la región. La integración de los animales con su entorno y el excelente cuidado de cada especie convierte al zoo en una gran alternativa para familias con niños. La joyita que no hay que perderse son los pingüinos emperadores, quienes durante los meses de frío -y si las condiciones climáticas son las ideales-, salen por la mañana de su jaula natatorio y recorren el parque acompañando a los visitantes.

Otro de los atractivos es el Spalentor, una de las tres puertas que aún se conservan de las murallas que poseía la ciudad en el 1400. Por aquí ingresaba gran cantidad de mercancía y alimentos provenientes de la Alsacia. En las inmediaciones de esta entrada se encuentran algunos reconocidos restaurantes.

Spalentor, una de las puertas de Basilea, Suiza (Getty Images)

Spalentor, una de las puertas de Basilea, Suiza (Getty Images)

La Münsterplatz, una gran plaza de estilo europeo, sorprende con prolijas construcciones y la Catedral de Basilea. Es posible subir a sus dos torres, de estilo gótico, para conocer el interior y tener una buena vista de la ciudad. Construido como un templo cristiano en el siglo XVI, luego de la reforma que adoptó Basilea unos años después se convirtió al protestantismo. Esta plaza es para recorrer con calma y disfrutar nuevamente del silencio. Apenas uno pasos a la derecha de la Münsterplatz aparece el Pfalz, un mirador desde donde puede verse toda la ciudad y el río.

Desde allí llegan a verse los transbordadores y el típico Fähre, una barca que unida a un cable metálico cruza de orilla a orilla del Rín aprovechando su corriente a modo de tracción. En la ciudad aún hay 4 Fähre y son sin duda una de las grandes atracciones para los días más calurosos.

MINIGUÍA

Cómo llegar. British Airways vuela desde Buenos Aires todos los días a Basilea, con una parada en Londres. El ticket en clase turista sale desde US$ 1.787, impuestos incluidos.

Dónde alojarse. La ciudad cuenta con una importante oferta hotelera en los distintos puntos más turísticos de la ciudad. Aquí, algunas alternativas en habitación doble, por noche, por menos de 150 euros. Hotel Wettstein (www.hotelwettstein.ch), Motel One Basel (www.motel-one.com), Hotel Basilisk (hotel-basilisk.ch), Hotel zum Spalenbrunnen (www.hotel-spalenbrunnen.ch)