Tours de luciérnagas para evitar la tala de bosques en México

Los habitantes de Nanacamilpa, 75 kilómetros al este de la capital mexicana, encontraron un brillante modo de sustento que disminuyó la deforestación de su bosque: el turismo de luciérnagas.

Un fenómeno especial se impone en el poblado de Nanacamilpa: pequeñas luciérnagas ayudan a salvar los enormes pinos y abetos que brotan en las afueras de la Ciudad de México.

Miles de estos insectos iluminan un espectáculo mágico al anochecer en los antiguos bosques y reservas como el parque Piedra Canteada, a unos 75 kilómetros al este de la ajetreada capital de México.

Piedra Canteada, en el estado Tlaxcala, no es un parque administrado por el gobierno, sino una cooperativa rural que se las ingenió para salir de la pobreza y abandonar la tala con la ayuda de las luciérnagas. Y hoy todos conocen la zona como el santuario de las luciérnagas.

Durante años, las fuerzas económicas que incluyen los bajos precios de los productos del campo, obligaron a comunidades como la de Piedra Canteada a talar árboles y vender los troncos.

Luego, en 1990, el líder de la comunidad, Genaro Rueda López, tuvo la idea de que el bosque les podría generar ingresos turísticos.

Una idea brillante

El negocio se mantuvo lento durante años. Pero en 2011, miembros de la comunidad notaron que las millones de luciérnagas que aparecen entre junio y agosto podrían atraer a turistas de las grandes ciudades, en donde muy pocas gentes las han visto en grandes cantidades.

De hecho, en todo el mundo, la deforestación y el crecimiento urbano amenazan a más de 2.000 especies de luciérnagas.

Cinco años después, las cabañas del parque y los espacios para acampar están reservados con semanas de anticipación, para asistir a una atracción que es particularmente popular entre las familias con chicos y las parejas que buscan un ambiente romántico.

“Ver esta cantidad de luciérnagas es impresionante”, contó Carlos Landa, turista de la capital mexicana que visitó Piedra Canteada esta semana. “La sincronía del apagar y encender es realmente increíble, como un bosque de Navidad”, agregó.

La cooperativa de 42 familias aún tala algunos árboles, pero desde este giro preservaron más de 630 hectáreas.

“Nosotros talamos, vivimos del bosque, de cortar árboles, pero en una forma ordenada”, comentó Rueda López, uno de los fundadores de la cooperativa.

“Es como cuidar tu jardín: tenés que quitar las ramas, las partes secas, las partes enfermas para que realmente crezca”, explicó López, y agregó que tienen planeado sembrar más de 50.000 pinos en las áreas que talan cada año.

En expansión

El concepto se extendió a lugares cercanos a Tlaxcala, un estado, en su mayoría, rural.

Por ejemplo, está el caso de la Granja Interactiva Salma, cuyo negocio principal sigue siendo la siembra, pero afirman que los tours de luciérnagas son una muy necesaria fuente de ingreso adicional.

“Estamos tratando de que en toda la zona se dejen de usar los herbicidas, lo que afectaría a las luciérnagas”, comentó Hugo Brindis, guía de Granja Salma.

Al ser una zona protegida, están intentando reducir el número de personas que visitan la zona a 250 personas como máximo por fin de semana. El objetivo es preservar la sustentabilidad del bosque