#1 – Eliminá cualquier partícula de polvo
Barré bien el piso para retirar toda la tierra que haya en el piso. Si quedaran granos de arena u otras partículas de polvo, podrían actuar como un abrasivo y dejar horribles rayones durante la aplicación de la cera. Para facilitar la limpieza del polvo, o hacerla más completa, también podés usar una aspiradora.
#2 – Pasá un trapo húmedo
Para finalizar la limpieza del piso antes de aplicar la cera, basta con pasar un trapo apenas humedecido con agua. Si querés hacer una limpieza más profunda antes de pasar la cerca, podés diluir tu producto habitual para piso en agua y humedecer allí el trapo. En caso de que uses algún producto de limpieza, luego de aplicar el mismo, secá el piso con un paño limpio y seco.
#3 – Cera sin pulido.
Para agilizar la tarea, elegí opciones de cera que no necesiten pulir el piso después de su aplicación para obtener brillo. La desventaja es que el brillo que deja este tipo de cera sin pulido no dura tanto como el de la cera tradicional, pero es más práctico y te ahorra tiempo y dinero.
#4 – Aplicación de la cera
Echá un poco de cera en el piso y distribuíla con un trapo limpio y seco, realizando movimientos suaves y siempre en la misma dirección. Usá la cantidad de cera que creas suficiente para dejar la totalidad del piso humedecido con el producto. Dejá secar la cera por media hora, y vas a ver cómo el piso empieza a brillar.