Para la renovación mental hay que pensar diferente

Poner en perspectiva y encender la idea de cómo nos gustaría ser, bases del cambio personal.

Según la ciencia, las personas tenemos en promedio entre sesenta y noventa mil pensamientos diarios. La mayoría de los cuales son inconscientes, repetitivos del día anterior, y negativos.

Visto así parece un panorama poco alentador para quienes queremos emprender cambios. ¿Cómo podríamos desarrollarnos si es que somos inconscientes de los pensamientos que nos llevan a ciertos sentimientos y estos dan como resultado nuestros hábitos? Lo difícil de esta trama es que nos identificamos con ese conjunto, asumiéndolo como realidad inamovible, dando por sentado que es la única verdad.

Einstein dijo: “Es imposible solucionar un problema desde la misma mente que lo creó”. En definitiva es imposible ser alguien nuevo, o mejor dicho, establecer nuevos pensamientos, sentimientos y hábitos a partir del mismo patrón, porque ese patrón sólo es capaz de generar cosas congruentes consigo.

Abarcándolo desde esta perspectiva resulta indispensable dejar de alimentar, aunque sea por momentos, esa corriente continua de pensamientos. Es clave apaciguar la mente, disminuir la frecuencia de ondas cerebrales y así debilitar suavemente el circuito de redes neurales vigente que nos llevan siempre al mismo lugar. Pensar desde una mente nueva implica concebirnos de un modo diferente, apropiándonos de una identidad construida conscientemente.

Por otra parte y no menos importante, si bien alcanzar la meta será determinante, el éxito en nuestra calidad de vida residirá en el tránsito hacia ella. Un sabio maestro nos diría “la meta es el camino”.

Nuestro pasado es una abundante fuente de aprendizaje. De cada uno depende el uso que le dé. En este desarrollo, lo esencial es aprender a dar un paso atrás. Un pez no se da cuenta de que el agua es el agua, hasta que salta fuera de ella, “da un paso atrás” y puede ver en perspectiva. Sólo así se da cuenta de que lo que él creía un todo, no lo era.

Donde está nuestra atención está nuestra vida

La mayoría de las personas llevamos la atención una y otra vez a lo que no queremos, ya sea para quejarnos o para resolverlo. Es cierto que hay diferencia, sin embargo, de una u otra forma estamos dirigiendo nuestra atención a lo que NO QUEREMOS. Por el contrario, son pocas las veces que nos ejercitamos en dirigir la atención a lo que SI QUEREMOS. Aprender a ELEGIR la dirección del foco atencional, iluminar más la solución y menos en el problema. No siempre es fácil poner las luces en lo deseado, porque las circunstancias que nos hacen quererlo todavía están presente demandándonos. Ya sea enfermedad, duelo, fracaso, tristeza, crisis, escasez, pérdidas, etc.

Conectar con la idea y con las sensaciones físicas de cómo nos sentiríamos si ya estuviera resuelto. Conectar con la idea y con cómo esta se siente en el cuerpo, no tiene que ver con hacer de cuenta que aquello no existe, sino que es otra forma de transitar una realidad, reconociendo que hay algo más que lo actual. Paulatinamente disolvemos los patrones que crearon cierta identidad. Damos origen un nuevo cableado, construyendo una nueva imagen de nosotros mismos y por ende una nueva realidad.

El cerebro necesita nueva información

Encender una y otra vez la idea de cómo nos gustaría ser, cómo nos gustaría sentirnos, cómo queremos que nuestra vida se desarrolle. Cómo queremos despertar cada mañana, cómo queremos que sea nuestra alimentación, nuestra salud, nuestro cuerpo físico, nuestros vínculos.

Hoy en día nos urge, como individuos y como sociedad, aprender a trascender las circunstancias actuales y crear una nueva realidad. Nos urge indagar en la creatividad y encontrar dentro de cada uno herramientas de gestión emocional. El afuera se acomoda, influye y coopera con la magia que nace del interior. Con la fuerza, la intención y el espíritu renovador que cada uno tiene, el entorno apoya nuestra dirección. Obstáculos habrá siempre, pero vistos desde otro lugar, pueden ser desafíos que nos enriquecen día a día.

Aparentemente, habrá que dar un pequeño salto, así como aquel pez, y saber que el agua en la que nadamos es apenas una partecita de la realidad en la que podemos vivir. Siempre llega el momento en que nos toca elegir.

*Anna Fedullo es terapeuta transpersonal e instructora de meditación y mindfulness.