Para evitar las “travesuras” en la cárcel, un recluso pidió muñecas inflables

En su opinión, eso haría que muchos reclusos "jóvenes y llenos de testosterona" se relajaran y dejaran de intentar hacer "travesuras".

Un preso del Reino Unido ha pedido a las autoridades de su centro penitenciario que faciliten a los reclusos muñecas hinchables para aliviar los efectos de la tensión sexual acumulada y evitar así que los reclusos, frustrados, caigan en la tentación de intentar “travesuras” que podrían molestar a otros internos. Jack Swarez, el promotor de tan original idea, está cumpliendo una condena de 17 años por tráfico de drogas, y desde luego cree que su larga estancia en la cárcel resultaría más llevadera en compañía de una muñeca sexual.

Swarez explicó su solicitud en la publicación interna de la prisión, ‘Inside Time’, en un artículo en el que cuenta que le surgió la idea cuando veía un documental sobre hombres que vivían en compañía de muñecas sexuales: “Me di cuenta de que todos estos hombres parecían muy felices y sin estrés. Hay empresas que fabrican estas muñecas: les puedes enviar una foto de tu pareja y ellos hacen una muñeca con las mismas características”, afirmó Swarez.

El problema de las “travesuras”
“El problema es que nuestras prisiones están repletas de hombres jóvenes llenos de testosterona que darían su brazo derecho por un poco de pasión”, se sinceró el recluso, que explicó que “la frustración que genera esta forma de vida hace que estos jóvenes estén inquietos y a veces quieran hacer travesuras”.

Por eso Swarez cree que tener una muñeca hinchable sería una buena idea, y además haría pasar a los presos algunos buenos ratos: “Cada uno podría pasar la noche con su muñeca, ver alguna serie juntos, escuchar música… todo lo que normalmente se hace con una pareja”, dijo, explicando que los internos sólo tendrían acceso a sus muñecas el fin de semana y luego tendrían que “deshincharlas y volver a ponerlas en la caja”, durante el resto de la semana.

Swarez fue encarcelado en 2012 cuando la policía descubrió que era el cerebro de una red de narcotraficantes que introducía heroína y cocaína en el Reino Unido.