No quiero enamorarme

Los vínculos amorosos no son nada simples, pero se vuelven aún más complicados, si la base de la cual partimos es un "no me quiero involucrar" "no quiero nada serio" "no estoy para una relación formal".

Todas estas expresiones son comunes en un mundo que además convive con miles de aplicaciones virtuales que nos invitan a elegir y a descartar parejas como si todas las personas no fueran más que meras opciones.

Sin embargo, no podemos unificar las razones por la cual una persona tiene como principio no enamorarse, ni tampoco podemos culpar exclusivamente a la fugacidad que tienen los vínculos en los tiempos de Tinder, sino que atrás de una barrera tan fuerte como es la autoimposición de evitar formar una pareja sólida, se esconden un gran cantidad de motivos que nos frenan a la hora de entregarnos por completo a una relación. Hay una realidad: uno no se puede enamorar a medias, el enamoramiento nos lleva a conocer nuestros límites, a descubrir qué somos capaces de hacer por amor, y justamente esto último es lo que no todos se encuentran dispuestos a descubrir.

¿POR QUÉ DECIMOS NO AL AMOR?

Por supuesto que no es fácil enamorarnos, pero va más allá de encontrar a la persona “indicada” y de intentar establecer un vínculo, sino que apuntamos al sentido más básico de poder involucrarnos emocionalmente con alguien y lograr correr el foco de atención de nosotros mismos y cederle al otro nuestro interés. En tiempos efímeros, donde lo online está a la orden del día, todo tiene que ser ahora, fácil, y rápido. Sin dudas, al amor le cuesta encajar en esos parámetros y mucho más a la idea de formar una pareja estable. Por lo tanto, no es raro pensar que una de las razones que levanta las barreras frente al enamoramiento sea el miedo a perder la ilusión de libertad de manejarnos sin tener que incluir a nadie más que a nosotros mismos.

No se trata de decir que lo mejor es estar en pareja, y que todos tenemos que enamorarnos, pero sí es importante distinguir qué es lo que nos lleva a decir “NO” cuando se trata de amor. Desde ya, que cada uno tendrá sus propias razones, y que está en uno anclarse en ellas o no, pero como no se puede estandarizar criterios tan personales, es interesante visualizar las barreras sociales que nos llevan a creer que estar solos es más cómodo y fácil que estar en pareja. Estas barreras son creencias que se retroalimentan socialmente en un contexto donde lo express está de moda, y donde involucrarse demasiado resulta aburrido.

¿Cuáles son estas creencias?

– Si me enamoro, voy a sufrir. El miedo suele ser uno de los frenos principales, el temor a entregarse por completo, sin garantías de volver entero. Esto no es privativo de las relaciones amorosas, y son riesgos que, inevitablemente, vamos a correr con todos los vínculos que formemos.

– Compartir con un otro, es ceder mi libertad. A veces se considera a una pareja como un sacrificio de nuestra autonomía, olvidando que eso es pararse en la orilla contraria de lo que es amar a un otro. No se trata de perder espacios, si no de construir uno juntos.

– Comprometerme es atarme a otra persona. La idea de lo sólido cuesta asimilarse en los “tiempos liquidos”, diría Zygmunt Bauman, por lo tanto, tal vez el rechazo al compromiso no sea más que el miedo a sostener un vínculo perdurable.

– Estar en pareja consume mucho tiempo. La valoración sagrada del tiempo, en un mundo donde todo es ya, es otra arista a considerar. Es imposible construir una relación estable si no somos capaces de proyectar con la otra persona.

No es el punto si estas creencias son ciertas o no, lo importante es poder tenerlas en cuenta para ver qué peso tienen a la hora de abrirnos a una relación amorosa. Desde ya, que no somos máquinas y que, a nuestro pesar o no, enamorarse no depende solamente de la voluntad de cada uno, a la hora de caer enamorados los procesos inconscientes se vuelven inmanejables al extremo de excluir lo racional. Por lo tanto, tal vez enamorarse no sea lo que evitemos, sino la idea de trascender con un otro, apostar a futuro con una persona sin sentir el vértigo de vivir solamente el ahora. Todas las razones son justificadas y nadie puede cuestionarlas, solamente es interesante animarse a bucear en el trasfondo de las frases que adoptamos como principios para poder descubrir cuáles son las creencias que los rigen.