Después de casi cuatro décadas de luchar contra una enfermedad oncológica murió Carlos Bulgheroni.
En el medio de esa batalla hizo cosas que otras personas quizás no podrían haber hecho en varias vidas: junto a su hermano Alejandro construyó un imperio petrolero sobre la herencia que le había dejado su padre, negoció cara a cara con los talibanes para tender un gasoducto en medio oriente, cosechó la mayor fortuna en manos de un empresario con documento argentino (los Rocca vienen de Italia) y le imprimió un sello particular a la manera de hacer negocios en la Argentina, cuestionada con dureza por sus detractores, que al mismo tiempo despertó elogios en quienes lo apreciaban.
El ex jefe de Pecom Energía, Oscar Vicente, le dijo a LA NACION años atrás: “Carlos siempre tuvo la misma manera de hacer negocios. Es un lobbista de talla internacional, no cómo se toma el término en la Argentina, sino en Estados Unidos, donde esas cualidades son muy destacadas”.