Miss Stalker: la investigación profunda antes de tu primera cita

Si vas a salir con alguien por primera vez, es inevitable que quieras ponerte a googlear y a revisar su perfil online. Pero ¿hasta dónde vale la pena indagar? y, luego, ¿qué hacer con esa data?

Existe una falsa percepción de que “stalkear” es espiar, husmear, meterse. No es cierto. Cuando hablamos de stalkear, no estamos haciendo referencia a indagar en información privada, personal y oculta. Hablamos de investigar las cosas que el otro decide mostrar de sí mismo.

No se puede espiar lo que no está escondido o, mejor aún, lo que es exhibido abiertamente. Como la ropa que usa, las cosas que dice, el perfil que una persona arma de sí misma es una más de sus múltiples manifestaciones ante el mundo. Entender esto es parte de educarnos en la virtualidad, tanto a la hora de leer perfiles como a la hora de producirlos. Claro que no hablamos del acceso compulsivo y “obse”, sino del racional y dirigido. Así como lo escuchás cuando te cuenta algo, no hay nada de malo en que le prestes atención también a lo que tiene para opinar o revelar públicamente. Por supuesto, las reglas cambian una vez que ya se conocieron en persona y la comunicación se vuelve más íntima, ahí ya se convierte en un arma de doble filo.

SABER ES PODER

El planteo de la conveniencia de mirar las redes sociales es, en algún punto, generacional. Para quienes ingresaron en el mundo de las citas recientemente, la opción de no mirarlas directamente no existe. De movida, porque muchos se conocen a través de ellas. Pero más allá de eso, porque a un millennial (especialmente a alguno recién entrado en sus 20) la idea de no chequear un perfil público antes de acceder a un encuentro a solas le suena completamente descabellada. ¿Por qué rehusarse al progreso de las citas? A pesar de lo criticada que es esta generación hiperconectada, en esta, psicólogos y especialistas en redes le dan la derecha. La razón es simple. Pudiendo contar con información extra de la persona que queremos conocer, ¿por qué rechazarla? Muchas cosas cambian en el mundo, pero esta no: la información es poder. Acceder en pocos minutos al modo en que una persona se presenta en público no es algo a desestimar tan fácilmente. ¿Acaso no era eso lo que hacían nuestros bisabuelos cuando recolectaban data de los candidatos de sus hijos a través de vecinos y conocidos del barrio?

RED DE CONTENCIÓN

Antes de las redes sociales, los vínculos surgían en el barrio, en comunidades, por amigos en común. De alguna, forma, los posibles amores llegaban “filtrados” por redes sociales reales que funcionaban como cierta protección, especialmente para nosotras, las mujeres, siempre mucho más expuestas a la violencia simbólica y real. Si estás conociendo a un hombre de tu circuito inmediato, podés saltarte el stalkeo y dejarte sorprender. Pero si sos de las que en cualquier ciudad del mundo prenden Tinder, las redes te dan los filtros previos necesarios para protegerte de una posible mala experiencia.

TENER CALLE VIRTUAL

Ahora bien, como lo que decimos de nosotros mismos no siempre es real, y las redes sociales son muchas veces “montadas” (decime si no estás un rato hasta dar con la selfie ideal), es clave educar la mirada para no ser tan literal con las interpretaciones. Se sabe, no todo hombre ejemplar públicamente lo es en privado ni todo canchero es un frívolo insensible. Un hombre casado puede tener un perfil pirata y el que tiene mil likes femeninos puede ser un indefenso histérico. Las redes sirven para establecer hipótesis (barra: prejuicios), pero no es una herramienta para “conocer”. Es información que puede o no confirmarse cuando accedés a esa persona en carne y hueso, pero que está bueno tener en cuenta. En algún punto, saber leer perfiles, tener “calle virtual”, no es diferente a tener “calle real”: astucia, intuición y sentido común. Eso sí, no te cierres en una estigmatización, salvo que veas alarmas de lo que entra en tu categoría de “infumable” o, peor aún, inadmisible.

INTEGRAR LA VIRTUALIDAD

Si te copaste tanto con la review de su perfil y fuiste profundo a nivel “ya descubrí quién de tus contactos fue tu primera novia”, la pregunta es: ¿vas ahora a simular no saber nada? Muchos sostienen que estamos en un momento bisagra, un momento en el que, mientras que al viejo paradigma le parece un espanto confesar la mirada atenta a un perfil, muchos, muchísimos otros, empiezan a entender que, como uno muestra para ser mirado, es halagador que alguien se tome el tiempo. Pensalo así: ¿acaso no es lindo que el hombre que te gusta se haya tomado el tiempo de mirar tus fotos y los vines que hiciste con tus amigas hace unos años?

Todo indica que el desafío que se nos viene a todos en los próximos años es comprender que lo virtual no está separado de la realidad, es una dimensión más de nuestro día a día, por lo tanto, debemos integrarlo de la manera más natural y sana posible, y esto significa empezar por no negarla.

ANTECEDENTES PARA ESTAR ATENTAS

Algunas cosas que nos hacen ruido (y con razón):

*Solo tiene selfies: con tanto amor por sí mismo, ¿quedará algo para una mujer?
*Solo recibe comentarios de chicas: quiere tener un harén virtual.
*En su muro manda indirectas “a quien le quepa”: ¿no sabe hablar de frente y en privado?
*Es un “descontrolado”: dejó la adolescencia hace rato, pero sus fotos aún son “Gesell 2000”.
*fanatizado: la “grieta”, en él, hizo estragos.
*El novio perfecto…de otra: ¡que te chamuya a vos por privado!

Por: Denise Tempone