Macri busca dialogar con Donald Trump justo después de su reunión con Obama

El Gobierno negocia un contacto con el presidente de Estados Unidos. Hay temas ásperos de la relación bilateral, como las trabas a la exportación de biodiésel.

Mauricio Macri no es un político preocupado especialmente por la etiqueta de la diplomacia, pero a veces debe rendirse ante ella. Justo en la semana en que recibió a Barack Obama, el presidente le pidió a sus funcionarios que establezcan una comunicación con Donald Trump, el actual ocupante de la Casa Blanca y enemigo jurado de su antecesor demócrata.

Conocedor de que las imágenes de sus distendidas caminatas de golfista junto a Obama por el césped de Bella Vista no serían una buena señal para Washington, Macri ordenó a los ministros de su gabinete que llevan asuntos de la relación bilateral que aceleren los contactos con sus pares estadounidenses para avanzar en la resolución de los temas ásperos del vínculo con Estados Unidos.

“Faltan conversaciones entre algunos ministros nuestros y los de Trump para que hablen los dos presidentes, pero el llamado está pedido”, confirmó a Clarín ayer un importante funcionario al tanto de las tareas para que ocurra esa charla.

Esas gestiones, aseguran en la Casa Rosada, están destinadas a desembocar en la conversación telefónica entre Macri y Trump, dos presidentes que hablan seguido de la relación personal y de negocios que construyeron en los ’80 en Nueva York, un vínculo que supo tener -también- algún capítulo ambientado en canchas de golf.

Como la negociación diplomática todavía está en marcha, la comunicación aún no tiene día fijo en la agenda. Sin embargo, sí se sabe que las trabas para que los productores argentinos de biodiésel vendan el combustible en Estados Unidos son el tema más difícil de la relación bilateral, sobre todo en momentos en que el crecimiento de las compras de la Argentina al mundo -sin el correlato de un aumento comparable de las exportaciones- comienza a preocupar a los economistas.

En agosto, por pedido de la Junta de Nacional del Biodiésel, Washington estableció trabas arancelarias del 57% para el biodiésel, lo cual convirtió en imposible la exportación de combustible vegetal de origen argentino. Hasta ese momento, los argentinos pagaban 4,5% para ingresar a ese mercado y así lograban proveer el 20% de lo que se consume en ese país. Con esa decisión, la Argentina se perdió un negocio de US$ 1.600 millones.

La semana pasada, esa situación empeoró un poco más. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos avisó que el año próximo las naftas del mercado estadounidense tendrán menor proporción de combustibles de origen vegetal, una suerte de admisión de que piensan seguir con sus aduanas cerradas al biodiésel argentino.

La Argentina quedó casi obligada a seguir el camino que emprendió en 2013, cuando Europa estableció una medida similar. El mes pasado, el Gobierno logró que la Unión Europea rebaje el arancel para el ingreso al bloque del biodiésel argentino. Con ese nuevo régimen, los exportadores pagarán un arancel de entre el 4,5% y el 8,1% para vender en el mercado europeo.

Europa había subido los aranceles hace cuatro años hasta convertirlos en una traba infranqueable porque consideró que la producción argentina de biodiésel disfrutaba de ventajas fiscales que constituían prácticas de dumping. Argentina denunció a la UE ante la OMC. Este último organismo le dio la razón a Buenos Aires en 2016, y obligó de ese modo a la Comisión Europea a revisar el arancel.

El embrollo por el biodiésel enfrió un vínculo que había arrancado como un romance que se había corporizado en abril, con la visita de Macri a la Casa Blanca. En aquella ocasión la sintonía personal con Trump quedó en evidencia. Entre abrazos y sonrisas, el neoyorquino puso al presidente argentino entre sus “mejores amigos”. Los funcionarios argentinos y estadounidenses que participaron del encuentro quedaron asombrados por el trato cariñoso que le regaló Trump a Macri.

Por Ignacio Miri