Los millennials, la generación que no tiene sexo (o tiene muy poco)

Los nacidos en los años ´80 y ´90 serían pura espuma. Un estudio revela que lo hacen con menos frecuencia que sus padres, abuelos y bisabuelos.

Los millennials tienen menos sexo que el que tuvieron sus padres, sus abuelos y sus bisabuelos. Así lo afirma un estudio que acaba de publicar en la revista científica Archives of Sexual Behavior y que pone el foco en ese grupo etario que nació entre los ´80 y los ´90.

“La única otra generación que mostró una mayor tasa de inactividad sexual era la de las personas nacidas en la década de 1920”, sostiene el estudio liderado por investigadores de la Universidad de Florida Atlantic, en Estados Unidos.

¿En qué se basaron para determinar esto? En datos provenientes de 26.707 participantes de la Encuesta Social General (General Social Survey).

Esto es interesante: los estadounidenses de entre 20 y 24 años son mucho menos propensos a tener parejas sexuales después de los 18 que los nacidos a finales de 1960. Exactamente, el 15% de los encuestados con edades que van de los 20 a los 24 años no tenía pareja sexual después de los 18 años, frente a sólo el 6% de los nacidos en la década de 1960.

“Este estudio realmente contradice la noción de que los ‘millennials’ son particularmente una generación libre, una idea difundida por las aplicaciones de citas como Tinder, que sugieren que sólo buscan sexo casual”, dice Sherman Ryne, profesor asociado de psicología en la Universidad de Florida.

OTRO ESTUDIO

El de Florida no es el único estudio que delata la poca afección por el sexo de los millennials. Según el Centers for Disease Control’s Youth Risk Behavior Survey, el porcentaje de estudiantes de secundario que tuvieron sexo alguna vez cayó de un 51 por en 1991 al 41 por ciento de 2015. “Esta generación parece esperar más para tener relaciones sexuales, con una minoría creciente que, aparentemente, espera a tenerlas hasta que están próximos a cumplir 20 años”, explica la profesora de psicología Jean M. Twenge, de la Universidad Estatal de San Diego (SDSU) y principal autora de la investigación.