La tecnología a nivel computación sigue dejando muestra de avances, aun si ello implica la participación de un alimento para lograr el objetivo, y una prueba de esto la dio un equipo de la Universidad Estatal de Washington (WSU) para impulsar la computación neuromórfica, aquella que emula el comportamiento del sistema nervioso animal. Tras realizar pruebas en el laboratorio, sus investigadores llegaron a la conclusión de que un material prometedor para la fabricación de chips que imitan el cerebro es la miel.
El profesor Feng Zhao y Brandon Sueoka demostraron que la miel puede utilizarse para la elaboración de memristores, componentes similares a transistores que sirven tanto para procesar como almacenar datos. En sí son dispositivos pequeños y simples, pero sus funcionalidades son parecidas a las de nuestras propias neuronas.
“Si podemos integrar millones o miles de millones de estos memristores de miel juntos, se pueden convertir en un sistema neuromórfico que funcione de forma similar a un cerebro humano”, detallan.
Los científicos emplearon miel en una forma sólida y elaboraron con ella una conexión entre dos electrodos de metal, igual que si fuese una sinapsis humana. Luego comprobaron hasta qué punto eran eficaces con pruebas de encendido y apagado de 100 y 500 nanosegundos, y otras que emulan los procesos de aprendizaje del cerebro y retención de nueva información.
“La miel podría ser una dulce solución para desarrollar componentes respetuosos con el medio ambiente para las computadoras neuromórficas, sistemas diseñados para imitar las neuronas y sinapsis del cerebro humano”, explicaron. Lo cierto, es que el potencial de la computación neuromórfica atrajo el interés de grandes multinacionales tecnológicas, como IBM o Intel, que ya han fabricado chips especiales con el equivalente a más de cien millones de “neuronas”.
El problema es que el cambio de disciplina no va acompañado de un cambio de materiales y siguen empleando los mismos recursos no renovables o tóxicos a los que recurren desde hace años. La miel ofrece una alternativa más respetuosa con el medio ambiente para elaborar chips sin renunciar a la fiabilidad.
“Tiene una concentración de humedad muy baja, por lo que las bacterias no pueden sobrevivir en él. Eso significa que estos chips de computadora serán muy estables durante mucho tiempo”, comentó Zhao.