El reconocido médico posó con sus dos hijos varones en su casa de Vicente López. Ama a todos por igual y siente que Emilio es un regalo de la vida.

El reconocido médico posó con sus dos hijos varones en su casa de Vicente López. Ama a todos por igual y siente que Emilio es un regalo de la vida.

Apartir del nacimiento de Emilio, en septiembre de 2021, en la casa de los Cormillot, todo gira a su alrededor. Tanto sus padres la nutricionista Estefanía Pasquini (36) y el reconocido médico Alberto Cormillot (83) como su hermano Adrián (48), también médico, mueren de amor por el pequeño que llenó de alegría el hogar familiar.

Los tres hombres de la familia posaron juntos para CARAS supervisados por Estefi que organizó la producción y cuidó cada detalle mientras miraba embelesada a su pequeño rey de 7 meses. “Nos tiene enamorados a todos. Me encanta verlo sonreír, jugar e interactuar con el papá. Además es tan bueno. Es un nene feliz”, dice la madre emocionada.

Para Adrián, hijo de Alberto al igual que su hermana Renée (54), la llegada de Emilio significó felicidad pura. “Desde el momento que papá me dijo: `nació`, sentí una alegría genuina. Mi viejo es cero fútbol y cero fórmula uno, así que me gustaría llevarlo a ver carreras, hacerlo hincha de Ferro, si puedo, y fan de `Los Ramones’ (risas). Soy el hermano mayor y me da mucho orgullo tener un hermanito. Emilio va a ser muy consentido por mí. Yo tengo dos hijas mellizas de mi primer matrimonio, Zoe y Abril, (21) y luego volví a formar una familia y nació Ema (12) y me hacen muy feliz junto a mi mujer, con mi hermana mayor, Renée tengo una relación maravillosa pero me había quedado con las ganas del varoncito y ahora está Emilio. Lo amo. Y pienso compartir los jueguitos, los autos, los juguetes. Todo. Emilio hizo felices a los Cormillot”, dice Adrián quien es médico y coordina las internaciones en la Clínica Dr Cormillot. Además, dirige el proyecto “Ja”, una organización para prevenir la obesidad infantil, es columnista de FM Rock and Pop y de Metro 95.1, y es la cara visible del suplemento dietario Regulip.

El día en la casa familiar arranca muy temprano. A las 4 de la madrugada Emilio empieza a tocarle la cara a su mamá porque no quiere dormir más. Eso no coincide con el horario en el que su madre quisiera despertarse pero la sonrisa del bebé puede más: “Yo trabajo a la mañana en compañía de él, luego almorzamos los tres con Alberto, jugamos un rato después de comer hasta que yo arranco a trabajar de nuevo. En el medio de esto, Emilio está un rato con el padre y con la gente que trabaja en nuestra casa, con mis papás, que vienen seguido. A la noche nos volvemos a juntar los tres para cenar temprano y luego acostarnos para poder jugar un rato más con él, los fines de semana todo es junto a él, es muy raro no involucrarlo en alguna salida”, cuenta Estefanía quién luce más radiante que nunca y un poco más delgada porque aunque se alimenta bien, lo amamanta y está muy pendiente de su pequeño.

El de la mañana es el momento que más disfruta junto a su bebé: “Cuando me despierto, lo primero que veo es a Emilio y basta con que lo mire un segundo para que empiece a sonreírme. Es lo más lindo del mundo y el segundo momento es el de la noche, los tres ya en la cama, charlando, jugando, riéndonos de todas las cosas raras y locas que hace Emilio. Es algo que no puedo expresar con palabras”, cuenta entusiasmada.

Estefanía le dio la teta a su bebé hasta la actualidad y este mes el nene empezó a comer y como buenos nutricionistas, sus papás quieren que pruebe todo tipo de alimentos y cuanto más variados mejor. “Le ofrecemos frutas y verduras. Además de estar atentos a que hasta los dos años no consuma sal o alimentos altos en sodio, nada de galletitas o dulces con alto contenido de azúcar para que no tenga preferencia por ellos y que los consuma cuando empiece a tener cumples o salidas donde no podemos seleccionar los alimentos más convenientes, por ahora y por suerte, le gusta absolutamente todo lo que le damos. Es tan feliz. Alberto y yo amamos jugar con él, hacer todo lo que sea con él, por suerte el trabajar algunos días desde mi casa, me permite compartir muchísimos momentos con Emilio, de no haber sido por la pandemia, no podría disfrutar tanto de nuestro hijo”, dice la joven nutricionista mientras no deja de observar cada movimiento de su hijo.

Con sólo siete meses, cuando ve a sus padres el bebé, empieza a reír, a mover los pies sin control, estira los brazos y es una fiesta. Les hace sentir un amor inmenso. Es muy gracioso y sus papás se derriten de amor. Por las noches duerme en su cuna colecho: “Hace poco logramos que duerma ahí, yo digo que é l no quería… Alberto dice que yo no quería, y cuando me despierta para tomar la teta, cuando son las 4 o 5 ya lo dejo en la cama porque me encanta dormir aunque sea el último rato abrazándolo”, dice Estefi.

Los juguetes de Emilio son muchos pero sus preferidos son un “amigurumi” que le regaló su madrina, Caro, de color naranja que lo ama y una pelota también de color naranja y un muñeco que le regaló Ana la señora que trabaja en casa. “Jugamos a que él patea la pelota y alguien siempre está para atajar. Mis padres están embelesados con él. Yo digo que lo único que logro ‘desplazar’ a esta hija única que soy yo, fue este nieto único (risas). Lo adoran y él a ellos. Particularmente a mi mamá, yo digo que nació para ser abuela, me encanta verlos en ese rol, son un diez”, cuenta emocionada.

Como toda madre, Estefanía tiene miedos con respecto a su hijo: “Tengo temores. Hasta el día de hoy me despierto y lo toco para ver si respira bien, tengo miedo cuando le doy de comer que no se atragante, me da miedo el pensar que lo voy a tener que dejar el día de mañana para que pueda salir, que vaya a bailar y todas las cosas que son completamente normales pero dan miedo (al menos a mí) que le pase algo, sé que no se puede vivir con miedo y que voy a tener que apretar los dientes y dejarlo ser y no quiero ser una paranoica con el pobre Emilio. Así que yo ya sé que nunca voy a volver a dormir tranquila y que voy a tener que hacer todo lo posible para no trasladarle mis miedos a él. Lo único que supera esos momentos es el placer por ver cómo nos mira al papá y a mí, como nos estira los brazos para que lo levantemos. Me da mucho placer verlo cuando agarra la cara. Adoro verlo dormir y cuando interactúa con el papá. Me lleno de amor”, concluye Estefanía