Nadie quiere compartir su celda con él. Lo encerraron hace casi 12 años por el crimen de un jubilado al que asaltó, pero su condena llegó a perpetua por matar a sus compañeros de encierro. Diego Casanova (36) es conocido en el penal mendocino de Almafuerte como “El Matapresos”. Durante más de una década, asesinó a tres internos y fue partícipe, en distinto grado, de otros dos homicidios en las cárceles donde estuvo recluido.
“No tiene poder dentro de prisión,más bien es un preso solitario. Su comportamiento es el de un psicópata. Agrede a sus compañeros cuando tiene un brote violento, pero con el personal penitenciario es respetuoso”, lo describe un funcionario del penal.
Casanova está alojado en el pabellón de máxima seguridad en la cárcel de Almafuerte, ubicada en la localidad de Cacheuta, en la precordillera mendocina.
El detenido perdió un ojo durante una pelea en el penal. Está medicado todo el día con ansiolíticos y casi no recibe visitas. La última fue a principios de mayo. Su padre y su madre se alternan unas pocas veces al año. No puede compartir celda con otro interno y nadie quiere arriesgarse a estar con él.
El último preso que se ofreció para dormir a su lado terminó asesinado. Se llamaba Andrés Peñaloza (22) y cumplía una condena de 17 años por secuestro y homicidio. Apenas convivieron 45 días en el mismo calabozo. Los agentes penitenciarios creen que Peñaloza pidió compartir encierro con alguien con esos antecedentes para tener protección dentro del módulo 5B, junto a los detenidos de mayor peligrosidad.
El domingo 29 de mayo, cuando era el momento del descanso, Casanova le dio a su compañero un golpe mortal en la cabeza. Usó un caño de la cabecera de la cama. La filmación de las cámaras de seguridad confirma que estaban solos y que mantuvieron una pelea. Cuando llegaron los guardiacárceles, Peñaloza ya no respiraba. Con este caso, “El Matapresos” sumó seis muertes, cinco de ellas en prisión.
En su adolescencia, en el barrio Tropero Sosa de Maipú, en el Gran Mendoza, Casanova era conocido con el apodo de “Gordo Picurú”. Fanático del Deportivo Maipú, de la liga mendocina, se adentró en el delito con asaltos a casas y negocios.
Entró por primera vez a la cárcel en octubre de 2004. Fue tras robar en una propiedad del barrio México, de Maipú, adonde asesinó al dueño, un jubilado que se despertó en medio del hecho. Le dio varias puñaladas. Un año y medio después, Casanova fue condenado a 20 años de prisión.
Su prontuario creció durante su arresto: en 2006, con tres cómplices, asesinó de 20 puñaladas a dos presos que habían sido trasladados desde Córdoba para declarar por un sangriento motín durante un festejo de Vendimia, en el penal de Boulogne Sur Mer.
Su tercer homicidio carcelario fue en noviembre de 2006. Apuñaló al interno José Manuel Cruz mientras dormía y dejó su cuerpo envuelto en una frazada.
En abril de 2010, fue acusado de participar en su cuarto homicidio en la cárcel. “El Matapresos” protagonizó un motín en la cárcel de Cacheuta, donde apuñaló a un penitenciario que fue tomado como rehén. Pero el verdadero fin, según concluyen los investigadores, fue simular una revuelta, junto a dos cómplices, para asesinar de 10 cuchilladas a un condenado por abuso.
En los últimos años, Casanova alcanzó celebridad con numerosas peleas y conflictos en el penal. “Está acusado de participar en 67 riñas, caratuladas como faltas graves”, según su ficha carcelaria.
En septiembre de 2012, durante una pelea entre internos, fue apuñalado en la cárcel de San Felipe y salvó su vida de milagro: otro recluso le hizo perder la visión del ojo izquierdo. Para entonces, su condena se acrecentó a perpetua.
Ahora Casanova volverá a ser juzgado por el crimen de su compañero de celda. “Es un psicópata que ha asesinado a un preso cada dos años”, dice un funcionario del penal. Pero admite que “no hay en el sistema carcelario provincial un sitio de detención para alguien con esta patología, sin declararlo inimputable”. Su destino está cantado: la cárcel por muchas décadas más.