El jueves estrena “La bahía”

El director de “La humanidad” habla de su cambio de registro, y acerca de esta comedia grotesca y de misterio.

Cuando se presentó en la competencia por la Palma de Oro en el Festival de Cannes en mayo, La bahía (o Ma Loute, como se titula en francés) sorprendió y por más de un motivo. No sólo era lo grotesco del filme, que combina antropofagia y androginia. Es que su director, Bruno Dumont, no era conocido por los cinéfilos internacionales por su sentido del humor.

Pero el realizador de La humanidad y Flandres había creado, escrito y dirigido una miniserie cómica y de misterio (P’tit Quinquin), estrenada en 2014. Y en La bahía se acoplan, de nuevo, el misterio y la comicidad, y hasta volvió a elegir la costa del Norte de Francia, su país, para situar las acciones. Precisamente rodó cerca de Calais, a la vez cercano a Bailleul, Nord, Nord-Pas-de-Calais, su lugar de nacimiento.


Ma Loute Brufort (Brandon Lavieville), el protagonista que le presta su nombre al título de la película que estrena este jueves, es hijo de pescadores. Hay quienes sospechan que practican la antropofagia. No precisamente Billie Van Peteghem (Raph), una burguesa andrógina, descendiente de una familia rica en decadencia.

Todo transcurre a principios del siglo XX. Y es una comedia negra en la que se entrecruzan estas dos familias.

“Me gusta ampliar el trazo hasta lo grotesco -dijo a la prensa en Cannes el director, de 58 años-, en busca de esa función catártica que el cine parece haber perdido un tanto cuando se trata de puro entretenimiento”.

Hay momentos y personajes, que recuerdan a Laurel y Hardy, el Gordo y el Flaco. Es más: Dumont contó ante la prensa internacional que hasta pensó en algún momento en rodarla en blanco y negro.

En su elenco, la película tiene estrellas de la talla de Juliette Binoche, Valeria Bruni Tedeschi y Fabrice Luchini, el actor que ganó el mismo premio que Oscar Martínez por El ciudadano ilustre este año en Venecia -la Copa Volpi-, pero un año atrás, por L’hermine.

Esa fue otra innovación en el cine más de tono espiritual de Dumont, que suele contar con actores no profesionales, excepción que hizo en Camille Claudel 1915, donde ya aparecía Binoche.

“Hice estos personajes más grandes que la vida, así el público los puede ver bien -dijo-. Acostumbraba trabajar con un telescopio, ahora trabajo con un microscopio”, resumió su cambio estilístico este heredero del cine de Robert Bresson.