El avance de las películas dobladas frente a las subtituladas

Cada vez mas gente opta por mirar una película doblada antes que leer los subtítulos, esta última mantiene la esencia y los sonidos reales del film.

En el libro “Borges va al cine”, Gonzalo Aguilar y Emiliano Jelicié contaban batallas de las décadas del 30 y del 40 del siglo pasado, cuando el público argentino prefirió películas subtituladas y con el sonido original (Tener y no tener, de Howard Hawks, doblada, fracasó). Pero dentro de unas décadas, cuando se cuenten los cambios del consumo cinematográfico de principios del siglo XXI, se anotará que el doblaje no exclusivo para niños al fin logró superar la histórica resistencia de este suelo frente esa intervención sonora de -o contra- las películas. En los últimos años, cada vez más títulos que no son para todo público comenzaron a estrenarse “en castellano”: fue noticia en 2011 que Crepúsculo: Amanecer parte 1 -para mayores de 13- se estrenara con más copias dobladas que subtituladas. Y el problema avanzó. Las copias dobladas no sólo superaron a las subtituladas, sino que pasaron a ganarles por goleada en muchas películas masivas para mayores de 13. Y luego llegaron las copias dobladas a las para mayores de 16 y de 18. Sin ir más lejos, un estreno de esta semana, la película de terror y epidemia Viral (sólo apta para mayores de 13 años con reservas) ofrece muchísimas funciones dobladas; en ciertas zonas, por ejemplo sur y oeste del Gran Buenos Aires, el doblaje domina casi por completo. El doblaje es una mutilación a la obra original, y puede verse como una muleta comprensible para aquellos que por edad o educación no sepan leer. Pero es alarmante que cada vez más gente que podría leer subtítulos esté cómoda con esta oferta, y más alarmante aún es pensar que el aumento del doblaje es una respuesta a un estado de situación de la capacidad de lectura de parte de la población adolescente y adulta.