Datos científicos sobre los psicópatas que seguro no lo sabías

1. De acuerdo con un estudio australiano publicado recientemente en la revista Chemosensory Perception, las personas con tendencias psicópatas, además de ser manipuladoras, antisociales y adictas a las emociones fuertes, tienen un sentido del olfato atrofiado, algo que se atribuye a un funcionamiento defectuoso de la zona frontal del cerebro. En esta misma región de nuestra sesera residen las neuronas encargadas del control de los impulsos, la planificación y la capacidad de adaptar el comportamiento a las normas sociales.

2. Usando técnicas de neuroimagen, científicos del King’s College de Londres (Reino Unido) han identificado diferencias cerebrales que podrían explicar desde un punto de vista biofisiológico la psicopatía. En concreto, han descubierto que las fibras nerviosas que conectan la amígdala -relacionada con el miedo- y la corteza orbitofrontal -implicada en la toma de decisiones- están ligeramente desestructuradas en los psicópatas, y que esta anomalía es más grave cuanto mayor es el desequilibrio mental.

3. El cerebro de los psicópatas está configurado de tal modo que buscan recompensas a cualquier coste, sin medir los riesgos, tal y como revelaba un estudio de la Universidad de Vanderbilt publicado en la revista Nature Neuroscience. Esto se debe a que hay un desequilibrio en el circuito de la dopamina, el neurotransmisor vinculado al placer, en una zona conocida como núcleo accumbens. De hecho, cuando un psicópata consume anfetaminas su cerebro libera cuatro veces más cantidad de dopamina que un cerebro sano.

4. Científicos de la Universidad de Cornell (EE UU) demostraron recientemente que existe cierto patrón en las palabras que usan los psicópatas durante una conversación. Concretamente, al hablar estos sujetos emplean el doble de términos relacionados con la alimentación, el sexo y el dinero que una persona normal. Y en su discurso apenas incluyen palabras que hagan referencia a la familia, la religión u otras “necesidades sociales”. También suelen emplear más el tiempo pasado y hacen más pausas con sonidos como “um” que el resto de la población.