Cómo diferenciar una manía de un TOC

Cuando los pensamientos obsesivos se vuelven habituales, quizá sea mejor prestarles atención: son un síntoma de angustia, de ansiedad y de miedos. ¿Cómo distinguir las manías comunes de un trastorno obsesivo-compulsivo? Te contamos en esta nota.

Salir de casa, hacer una cuadra y pensar: “¿apagué el gas?” O “¿cerré con llave?”. Viajar en un medio de transporte público y al poner el foco de atención en todas las personas que tocan las barandas, pensar: “cuando llegue a casa me voy a lavar las manos”. Pensar repentinamente en algo malo que podría llegar a pasarnos (o a nuestros seres queridos) y decirnos “mejor no pienso en eso”. Que se nos cante una canción en nuestra mente y no poder dejar de oírla, aunque ya no la queramos recordar más.

Tomar un cuchillo y sentir el impulso de lastimar a alguien a quien queremos, tener la imagen de empujar a alguien o de tirarme yo cuando pasa el tren. Pensarnos teniendo relaciones sexuales que van en contra de nuestros intereses o valores. Revisar repetidas veces que todo haya quedado cerrado al irnos de vacaciones. Dudar de cosas como: “¿Habré cerrado bien la canilla del agua?” O, “¿habré cerrado mi casa?”. Tocar objetos, ordenarlos de cierta forma porque sino “no me quedo tranquilo”. Repetir 10 veces un nombre, para “no tener mala suerte y que me pasen cosas graves a mi o a mi familia”.

Probablemente a la mayor parte de las personas les resulte fácil recordar haber tenido alguna vez algún pensamiento como los del primer párrafo. Si bien los del segundo pueden parecer más extraños, lo que la investigación nos muestra es que la mayor parte de las personas – el 80% – refieren haber tenido alguna vez algún pensamiento molesto, persistente e involuntario como estos. Estos pensamientos habitualmente suelen ser dejados de lado. Se olvidan, no se les da importancia, nos decimos: “es una tontería que se me ocurrió”.

¿Cuándo es necesario consultar a un especialista?

En el Trastorno obsesivo-compulsivo, las personas experimentan obsesiones, que son: pensamientos, imágenes o sensaciones similares a los de arriba, pero a diferencia de quién no tiene este trastorno, estos no se descartan, sino que se repiten una y otra vez. Al aparecer, generan angustia: la persona quisiera poder quitar esto de su mente y no pensar nunca más en eso, sin embargo vuelven a aparecer una y otra vez.

Frente a esta situación estas personas deciden realiza ciertas acciones, denominadas compulsiones para poner fin a estos pensamientos. Cuando se ven impedidas de realizar sus compulsiones –también llamados rituales- sufren una ansiedad que no pueden tolerar.

En algunos casos, la acción a realizar parece ser muy lógica, por ejemplo: frente a la duda de haber cerrado la puerta de casa, acompañada por el temor de que entre alguien a robar, puedo regresar a chequear si quedó bien cerrada.

En otras ocasiones, la acción puede no tener relación directa con el pensamiento, siendo una imposición más bien arbitraria: “para que mi padre no tenga un accidente, debo tocar madera o una superficie gris, o pararme en el umbral de la puerta hasta que pase un minuto entero”.

A veces estas compulsiones pueden ser acciones mentales, o sea que no se llevan a cabo en una acción física, por ejemplo: “debo imaginarme a la Virgen, para que a mi padre no le pase nada”.

En todo caso, cada vez que aparecen las obsesiones, experimentan la necesidad de realizar estas acciones una o muchas veces llegando a interferir en su vida cotidiana.

En resumen, cuando un pensamiento molesto nos aparece una y otra vez en nuestra mente, cuando nos sentimos obligadas a a hacer ciertas acciones para evitar las consecuencias de algo en lo que no puede dejar de pensar, cuando por síntomas como estos, aparece la angustia, es hora de realizar una consulta.

¿Y si lo dejo que se cure solo?

Lamentablemente, el TOC, funciona como un círculo vicioso. Una vez activado, tiende a empeorar cada vez más y es muy difícil salir.

Es importante tener en cuenta que el TOC es un trastorno mental que sufren en igual proporción hombres y mujeres. Suele comenzar en la adolescencia, aunque también se puede iniciar en la niñez o en la vida adulta.

Tener TOC no es estar loco. Tener TOC no es ser peligroso. Es un trastorno mental que produce mucho sufrimiento y del cual se puede encontrar mucho alivio con un tratamiento adecuado.

¿Qué hacer si creo que yo o alguien que yo conozco puede tener TOC?

Ante la sospecha de que alguien cercano pudiera tener TOC, es necesario realizar una consulta con profesional especializado en el trastorno. Es muy importante poder contar con un diagnóstico correcto para permitir que la persona pueda obtener la ayuda apropiada, y prevenir quizás años de padecimiento.

Por la licenciada Amparo Belloch Fuster y equipo de Fundación AIGLÉ.