Cómo detectar trastornos de crecimiento en la infancia

Un examen físico periódico, chequeo de talla, peso y contorno de la cabeza son esenciales para descubrir si un niño está teniendo un desarrollo normal. Qué factores influyen en la altura

No es saludable esperar a que un niño padezca una enfermedad para visitar al médico. Las concurrencias deben ser mensuales en los menores de un año, trimestrales antes de los tres años y, a partir de esas edad, cada seis meses. Sucede que no dirigirse con frecuencia al pediatra puede provocar un trastorno en el crecimiento de los pequeños, en donde el diagnóstico se demora y el inicio de un posible tratamiento empeoraría el pronóstico.

La doctora Ana Keselman, médica pediatra endocrinóloga, explicó que “el crecimiento es el indicador por excelencia de la salud. Cualquier situación que afecte la salud, puede alterar la talla durante la infancia, y si esto no es detectado a tiempo, puede verse comprometida la talla final. Problemas de nutrición, enfermedades generales como respiratorias, renales, gastrointestinales, cardíacas o metabólicas, y anomalías genéticas o cromosómicas, así como alteraciones hormonales, pueden causar trastornos en el crecimiento”.

La realización de chequeos -particularmente- relacionados al crecimiento deben ser llevados a cabo en cada consulta médica. Medición de talla, peso y contorno de la cabeza (perímetro cefálico) son factores claves para saber si el desarrollo del menor está dentro de los parámetros que corresponden.

Keselman enfatizó que “es fundamental que el pediatra controle si está creciendo adecuadamente para la edad y la etapa del desarrollo en que se encuentra, porque muchas veces el único signo de una enfermedad es la detención del crecimiento”.

Es frecuente que los padres lleven a sus hijos al pediatra únicamente ante un caso de emergencia. La expresión aguda de un síntoma puede generar un efecto negativo, ya que el médico -posiblemente- solo focalice la consulta en este aspecto, sin realizar los controles de crecimiento.

Algunos indicadores pueden dar señales de que el crecimiento no es normal. Entre ellos, se destacan las situaciones en las que el niño no cambia de número de zapato o de ruedo de los pantalones; o ya en la etapa escolar, la comparación con sus compañeros puede despertar una sospecha.

Entre los factores que pueden influir en la talla, se encuentran la alimentación, la salud general y la herencia genética. Sobre este último aspecto, para la doctora Keselman, “si bien la mayoría de las veces las causas de la baja talla son por ser niños nacidos de familias donde los padres presentan baja estatura (baja talla familiar), o porque maduran más lentamente, en algunas situaciones nos encontramos ante la sospecha de que alguno de los padres le haya transmitido alguna patología que impacte en su crecimiento. Por eso, al estudiar a un niño con baja talla, es de utilidad medir a sus padres y realizar una evaluación de sus antecedentes”.

Terapia sustitutiva con hormona de crecimiento

Hay pocas patologías en las que está indicado el uso de hormona de crecimiento. La patología por excelencia en la cual es fundamental su uso es en la Insuficiencia Hipofisaria (IH). En los niños afectados, su crecimiento se ve alterado por la falta de producción de hormona de crecimiento por la glándula hipófisis. Los signos característicos incluyen inadecuadas velocidades de crecimiento en niños o adolescentes, rostros infantiles, presencia de grasa en tórax y abdomen, manos y pies pequeños, y desarrollo muscular insuficiente y bajo nivel de glucosa en la sangre (en bebés y niños pequeños).

Ante la detección de una alteración en la secreción de hormona de crecimiento, existe un tratamiento que permite corregir la situación y consiste en la administración de la hormona faltante. Si el trastorno se diagnostica tempranamente y si el paciente presenta buena adherencia al tratamiento, pueden alcanzarse resultados favorables en términos de talla.