“La edad no es nada, sino un número”, dijo Ernerstine Shepherd, quien comenzó a entrenar a partir de los 56 años para luego convertirse en fisicoculturista a los 80 y conseguir una página en el Libro de los Record Guinness.
Nacida en 1936, la mujer de Baltimore, Estados Unidos, se volcó al mundo del fitness y, con mucho empeño y dedicación, logró trascender a nivel mundial y destacarse como la fisicoculturista de mayor edad.
Actualmente trabaja como entrenadora personal en un gimnasio y durante unos años fue modelo profesional. Como si eso fuera poco a su edad, también corre maratones.
Hasta sus 56 años trabajó como secretaria en una escuela y su vida era bastante sedentaria. Sostiene que la base de su éxito radica en la “paciencia y la constancia”.
Comenzó con su hermana Mildred a ponerse en forma luego de no quedar conformes con sus figuras al probarse unos trajes de baño. Pero cuando su hermana murió, Ernestine suspendió su actividad por unos meses y luego continuó para cumplir el sueño de ambas de convertirse en las fisicoculturistas con más edad de la historia.
En su primera competición oficial de culturismo en 2007, el Torneo Costa Oriental Natural, se quedó con el primer puesto. En 2010 ganó el título mundial de fisicoculturismo femenino para mayores de 60, y dos años después dejó de competir a nivel profesional. Sin embargo, su pasión por la actividad física no cesó.
Su rutina comienza a las 4 de la madrugada, pero primero desayuna un revuelto con claras de huevo, repitiendo la ingesta unas diez veces al día. Trota más de 10 kilómetros y en el gimnasio se ejercita cinco días a la semana.
Su esposo Colin, con el que lleva más de 60 años, prepara la comida: arroz, pechuga de pollo, avena, huevos, mucha agua, bebidas energéticas y frutos secos. Según contó, su mujer no toma remedios y nunca tiene molestias físicas.
