Clan Puccio: De casa del horror a un espacio para fiestas

En la vivienda del horror en San Isidro funciona un taller de diseño y se hacen ferias

El viernes 23 de agosto de 1985, a las 22:10, la policía de la Provincia de Buenos Aires derribó el portón de la casona Martín y Omar 544, en San Isidro, y liberó a la empresaria Nélida Bollini de Prado, la última víctima de la serie de secuestros llevada a cabo por el tristemente recordado clan Puccio.

Aquel día esa casa pasó a la historia policial argentina como uno de los símbolos del horror y la muerte. La investigación permitió establecer que allí, Arquímedes Puccio, con la complicidad de su familia, mantuvo cautivas a cuatro personas, de las cuales tres fueron asesinadas a sangre fría. Sin embargo, el inmueble sufrió un cambio radical y tras permanecer casi tres décadas vacío, hoy funciona como un taller de diseño, en el que se hacen fiestas y se llevan a cabo ferias.

Hace dos años, Epifanía Calvo, viuda del líder del clan, la alquiló. Tras varios meses, los nuevos inquilinos lograron ponerla en condiciones y hoy funciona como un espacio signado por el arte y los festejos. Las refacciones comenzaron en noviembre de 2014 y recién en mayo de 2015 terminaron, según informa el diario La Nación.

Finalmente, el 8 de julio de 2015 fue la inauguración. Se hizo una gran fiesta a la que concurrieron cientos de personas y a partir de allí, las celebraciones no pararon de hacerse.

Gabriel Wilhelmi, uno de los nuevos inquilinos, agradece en su cuenta de Instagram a todos los amigos que ayudaron a pintar el frente del portón. Con su socio Anuar Moswalder, montaron allí Werkplatz, un taller de diseño industrial. A veces, dicen, también se quedan a dormir. “Werkplatz es un estudio de diseño ubicado en una casa mítica del centro de San Isidro”, se autodefinen en su perfil de Facebook.

Una de las condiciones que puso la viuda de Puccio fue que no se dieran a conocer fotos del interior de la vivienda. Sin embargo por la naturaleza del negocio de los inquilinos y en tiempos en que la privacidad es casi una utopía, fue imposible cumplir con el requisito. Las imágenes se viralizaron y fueron vistas por miles de personas.