Todos los obispos chilenos presentaron su renuncia ante el Papa Francisco por los casos de abusos sexuales en la Iglesia de ese país para que “libremente decida” sobre el futuro de cada uno, anunció el obispo de Santiago, Fernando Ramos, que agregó que piden “perdón a las víctimas”.
Un total de 34 obispos de Chile fueron convocados desde el 15 al 17 de mayo para reunirse con el Sumo Pontífice después de los graves errores y omisiones en la gestión de los casos de abusos, sobre todo en relación al caso de Juan Barros, acusado de encubrir al sacerdote Fernando Karadima.
Durante el encuentro, el Papa les entregó un documento de diez páginas que contiene fuertes críticas al presente de la Iglesia chilena, en particular al desempeño de los obispos.
Según informó el diario La Tercera, el Papa denunció que la Iglesia chilena experimentó “una transformación en su centro”. “Se ensimismó de tal forma que las consecuencias de todo este proceso tuvieron un precio muy elevado: su pecado se volvió el centro de atención. La dolorosa y vergonzosa constatación de abusos sexuales a menores, de abusos de poder y de conciencia por parte de ministros de la Iglesia, así como la forma en que estas situaciones han sido abordadas, deja en evidencia este cambio de centro”.
El Papa habló de “psicología de élite” para describir a la jerarquía de la Iglesia chilena. “Termina generando dinámicas de división, separación, círculos cerrados que desembocan en espiritualidades narcisistas y autoritarias, en las que, en lugar de evangelizar, lo importante es sentirse especial, diferente de los demás”.
También criticó “la actitud” de algunos obispos ante los “acontecimientos presentes y pasados” y el hecho de que a algunos religiosos expulsados de su orden “a causa de la inmoralidad de su conducta y tras haberse minimizado la absoluta gravedad de sus hechos delictivos (…) se les habrían confiado cargos diocesanos o parroquiales que implican un contacto cotidiano y directo con menores de edad”.