Baños, la entrada a la amazonía ecuatoriana

Meca de mochileros y la puerta al Amazonas, da acceso a la selva así como a la montaña.

A Baños va la gente porque está en las faldas del volcán Tungurahua “garganta de fuego” activo desde el año 2000; desde entonces genera erupciones y emana cenizas. Peregrinan también hasta la iglesia Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa para pedirle favores. Van porque en Baños hay 22 grados de temperatura constantes, y porque hay aguas termales y turismo de aventura.

También en Baños se hacen rodeos de toros. De a pares y a caballo los participantes, enlazan, tumban y amarran un toro en el menor tiempo posible; quien lo hace más rápido resulta ganador.

Es zona de bosque nublado, muy húmeda y tanta naturaleza se presta muy bien para deportes de aventura como el puenting sobre el río Blanco, la escalada, ziplining para sentir que se vuela, canopy, rafting por el río Pastaza, senderismo y alquiler de caballos, entre otros. La opción más conservadora y menos aventurera si disponen  ede poco tiempos un paseo por un sector del circuito Ruta de las Cascadas sobre la carretera Baños-Puyo, una serie de cascadas que muchos hacen en bicicleta.

Al Manto de la Novia (llamado así por su obvia semejanza con el velo de una novia) se puede uno acercar en tarabita, una suerte de canasto metálico sujeto a un cable por medio de una polea que en este caso, se mueve a motor. Parece estable, seguro no. Da vértigo ir suspendido sobre el lecho profundo de un río dentro de un canasto a 100 metros de altura, de una orilla a otra distantes unos 500 metros y quedar un tiempo colgado frente a la caída de agua antes de volver.

El Pailón del Diablo es según nos habían comentado en Quito, “el contacto con Dios mismo”, por ser de las más altas caídas de agua del mundo. Valga la contradicción. Con Dios o con el diablo, la idea de estar en la puerta de la selva se hace plena realidad ya que la humedad y un verde de hojas gigantes lo invaden todo. De los dos accesos, uno lleva por unas escalinatas húmedas hasta el borde de la potente cascada, donde desde abajo, se siente la fuerza del agua. La otra entrada que cruza también puentes colgantes de madera por la Isla del Pailón, conlleva una visión frontal de la caída de 100 metros igualmente impresionante y de ruido ensordecedor. El pailón es definitivamente uno de los paseos obligados si se visita Baños.