El nuevo año llegó a la ciudad de Buenos Aires con una “explosión poblacional” del mosquito que transmite el dengue, el zika y la chikungunya. La cantidad de Aedes aegypti comenzó a crecer más de lo esperado para esta época desde la Nochebuena en 10 de las 15 comunas; en cuatro de ellas directamente se duplicó. Así lo indica el último informe semanal del plan oficial de prevención y control de esas enfermedades del gobierno porteño.
El monitoreo se hace con 218 sensores distribuidos estratégicamente en toda la Capital. Hasta tres veces por semana, el Grupo de Estudio del Mosquito (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) recolecta los resultados y los comparte con las autoridades.
Mientras que en la primera semana de diciembre 29 sensores -sin incluir los de las comunas 9 y 14- detectaron la presencia del vector, en la segunda semana lo hicieron 42.
Pero entre Nochebuena y Año Nuevo, los 218 dispositivos registraron la existencia del mosquito. En cuatro comunas, directamente se duplicó la población: 6, 7, 14 y 15, que comprenden los barrios de Caballito, Flores, Parque Chacabuco, Palermo, Chacarita, Villa Crespo, Paternal, Agronomía y Villa Ortúzar.
La ministra de Salud porteña, Ana María Bou Pérez, confirmó que el mosquito vector está en todos los barrios y anticipó que la población seguirá aumentando en las próximas semanas. “Les pedimos a los vecinos que, una vez por semana, dediquen media hora en sus casas a buscar los lugares que podrían ser reservorios para el mosquito”, dijo. El Aedes aegypti se reproduce en agua acumulada en recipientes, muchas veces en el ámbito doméstico.
El director del GEM, Nicolás Schweigmann, se mostró preocupado. “Estamos a merced del azar. Si ingresa el virus, fácilmente comenzaría otra epidemia. Hay que preparar a la población”. Y aclaró: “Alertar no implica alarmar. Es avisar. La población necesita tener acceso adecuado a la información que produce la Ciudad, más allá de los programas que están instrumentando”.
Medidas
En septiembre del año pasado, el gobierno porteño presentó una serie de medidas para evitar que las infecciones transmitidas por el mosquito vuelvan a expandirse como en el verano pasado. Además de las tareas de reordenamiento del espacio público y la información a la comunidad, se puso a disposición de los vecinos la línea gratuita 147 para denunciar la existencia de criaderos.
Hasta el momento, hay 15 casos sospechosos de dengue en la jurisdicción. “No podemos decir que hay circulación viral. No tenemos casos importados. Estamos mejor respecto del año pasado para esta misma época. Esperamos que este año sea mejor que 2016; la curva epidemiológica de la enfermedad se proyecta con brotes cada cinco años -dijo Bou Pérez-. Más allá de eso, necesitamos que la población esté alerta e incorpore el descacharrado.”
Silvia, una comerciante de Varela y Saraza, del barrio de Flores, expresó: “Mosquitos hay y muchos en esta zona. Es por la suciedad en las calles y los contenedores. El dengue es como la inseguridad, hay que atacarlo desde muchos costados y todo a la vez”.
Adriana, una vecina de Parque Chacabuco que trabaja como profesora, sufre en carne propia el aumento de los mosquitos: “La semana pasada era fatal la cantidad por la humedad y las lluvias. El sábado a la noche, mi hija volvió a casa con cinco picaduras de mosquito y eso me pone intranquila”, sostuvo.
Manzana segura
En una manzana de 36 viviendas de Parque Chas, donde el GEM practica una experiencia con el principio de “manzana saludable”, se detectaron más de 100 mosquitos en un día desde el 27 de diciembre pasado. Durante octubre y noviembre sólo se observaban entre uno y dos por día, mientras que en las tres primeras semanas del mes pasado sumaban 10 por día.
“Es el primer pico de abundancia del Aedes aegypti. En un solo jardín, encontramos más de 20 mosquitos en un día. Estamos ante una explosión poblacional del mosquito vector”, precisó Schweigmann.
Los integrantes del GEM relevan dos o tres veces por semana los sensores de actividad de los mosquitos adultos (postura de huevos), que están distribuidos cada 950 metros; esta distancia asegura que no se contarán huevos de una misma hembra.
Luego de procesar los datos, se los entregan al gobierno porteño por un convenio entre la facultad y el Ministerio de Ambiente y Espacio Público. Los resultados empezaron a publicarse recién el mes pasado; también aparecen datos sobre criaderos del mosquito en hospitales: las rejillas, las canaletas, los tachos, el material descartado o de rezago y los materiales de construcción, entre otros, representaron 4 de cada 10 lugares en los que se hallaron larvas.
“Es el momento en el que los vecinos tienen que pensar en trabajar para vivir en manzanas seguras. Y el Estado debería facilitar más el acceso a la información”, explicó Schweigmann. El viernes pasado, los gobiernos porteño y bonaerense presentaron un programa de descacharrado y búsqueda de criaderos en el área metropolitana.
Bou Pérez pidió que las personas con fiebre alta no se automediquen y consulten rápido en el hospital o el centro de salud más cercano. “Están instalados los consultorios de pacientes febriles. Este año, a cada paciente que el médico considere que puede tratarse de un caso sospechoso se le entregará un repelente para evitar que un mosquito lo pique y pueda transmitir el virus a la comunidad -indicó-. La idea es tener muy individualizados a los primeros pacientes febriles para controlar la diseminación de la enfermedad.”