¡Adiós a los pañales!

La mayoría de los niños suelen estar preparados para controlar esfínteres entre los 2 y los 3 años. Es el momento de quitar el pañal.

Sin embargo, se trata de una edad orientativa, pues en el control de esfínteres interviene de forma decisiva la madurez del pequeño, al igual que sucede en otros procesos clave del desarrollo infantil, como hablar o caminar. Por tanto, no se debe adelantar ni forzar la retirada del pañal, sino seguir el ritmo de cada uno.

El niño controla en primer lugar el esfínter anal. Así, deja de defecar en el pañal por la noche. Posteriormente, tampoco se hará caca encima de día. Tras este paso viene el control vesical (de la vesícula) y comenzará a controlar la orina de día. El último paso es el control vesical de noche.

El control de la caca suele obtenerse hacia los dos años y el del pipí diurno, un poco más tarde. Así, es totalmente normal conseguirlo cerca de los tres años.

Es frecuente que haya que mantener el pañal nocturno hasta pasados los tres años. De hecho, suele haber escapes ocasionales hasta los cinco años. Una vez superada esa edad, y si el niño sigue haciéndose pipí de noche todos los días, convendría consultarlo con el pediatra por si hubiera un problema de enuresis nocturna.

Pautas para quitar el pañal

Para quitar el pañal a un niño se pueden seguir los siguientes consejos:

Observar si está preparado. No precipitarse. El control de esfínteres no se puede forzar. De la misma manera que no se obliga a un niño a andar, no se le puede exigir que deje el pañal cuando el adulto quiere que lo haga. Es importante observar el grado de madurez del pequeño y decidir si está preparado para entender ese proceso y todo lo que conlleva.

Hacer que él participe. La retirada del pañal suele coincidir con una etapa de intensa afirmación personal del niño. Son los denominados “terribles dos años”. Por ello conviene que él sea un aliado más en el proceso. Si lo entiende como algo impuesto, su tendencia oposicionista, propia de la edad, puede dar al traste con la retirada del pañal. Se le puede preguntar si quiere dejar el pañal, si ya es mayor para quitárselo, y observar cuáles son sus reacciones: si está colaborativo o no, si se opone o le parece un reto…

Elegir un momento familiar adecuado. La mayoría de los padres suelen retirar el pañal en el verano de los dos años. Hay varias razones: el buen tiempo favorece la situación y en los colegios se suele exigir que el niño controle esfínteres al incorporarse en septiembre. Además, con las vacaciones los padres disponen de más tiempo para estar con su hijo y atender su evolución con el pañal. Hay que tener en cuenta también que en caso de escapes es más fácil cambiar la muda cuando hay poca ropa. No obstante, a pesar de estas ventajas, el verano no tiene por qué ser la única época de referencia para quitar el pañal. Si el niño está preparado en otra estación, hay que atender a su demanda y posiblemente el proceso sea muy rápido.

Premiar sus logros y no castigar sus retrocesos. La mejor manera de conseguir que el niño deje el pañal en un tiempo razonable es lo que los psicólogos llaman el “refuerzo positivo”. Se trata de premiar sus logros, en lugar de castigarlo o reprenderlo cuando no lo consiga.

Dejar que imiten al adulto. Ver a sus padres en el baño puede estimular el interés de los niños por usar el retrete. Muchos bebés tienen miedo a ese nuevo objeto de dimensiones muy grandes para ellos. E incluso muestran rechazo a desprenderse, al tirar de la cisterna, de algo suyo (sus fluidos corporales). Conviene estar atentos a esta posibilidad por si el niño se niega a sentarse en el WC. En lugar de obligarlo que esté sentado durante horas hasta que haga pipí, se puede aprovechar la visita regular del adulto al baño para ponerlo a él también.

Darle tiempo para aceptar las nuevas rutinas. Muchos niños logran el control de esfínteres rápidamente. Sin embargo, otros lo consiguen en varios meses. No hay que impacientarse. El bebé necesita tiempo también para aceptar los nuevos espacios y lugares donde orinará o defecará. En la medida de lo posible, es beneficioso que él participe en la elección de su orinal o de su adaptador para el WC.

Ser constante. Es importante mantener las mismas pautas cuando se inicia el proceso de retirada de pañal. Si, aleatoriamente, en unas ocasiones se le pone pañal y en otras no, el bebé acabará confundiéndose, pues no tendrá claro a qué atenerse. No obstante, la constancia no ha de significar inflexibilidad. Si en un determinado momento, se entiende, por la evolución del niño, que es mejor volver al pañal, no sucede nada. Es preferible dejarlo para unos meses más adelante que forzar la situación.

Pipí sí, pero caca no. En ocasiones, los niños se niegan a hacer caca en el orinal o el WC. No se trata de falta de control de esfínteres, pues ellos reconocen el estímulo defecatorio, pero prefieren hacérselo encima o en un pañal. Es relativamente frecuente y se suele resolver por sí mismo en un tiempo. Para ir consiguiendo que el niño acepte defecar en el retrete, es bueno llevarlo al baño, aunque sea una vez iniciado el proceso, para acabar allí. No hay que dramatizar la situación para no darle importancia delante del pequeño.

Los retrocesos

Las regresiones en el proceso de retirada del pañal son muy frecuentes. Cualquier cambio importante en la rutina del niño (el nacimiento de un hermano, la entrada en el colegio, un cambio de casa…) puede hacer que vuelva a hacerse pipí o caca encima cuando ya controlaba esfínteres. Es un mecanismo de adaptación. Lo normal es que en unos 15 días todo vuelva a la normalidad. Si no es así, puede consultarse con el pediatra por si se tratara de otro problema. Si sucede algún retroceso de este tipo, no hay que regañar al niño, sino mostrar su confianza en que todo volverá a ser como antes enseguida. En realidad, el pequeño no ha olvidado lo que ya sabía, así que es más fácil recuperar el control.