AC/DC con Axl Rose brilló en el Madison Square Garden

La Viola fue testigo del importante show que brindó la famosa banda en el destacado Madison Square Garden ante una multitud. Con Axl Rose como cantante, la leyenda sigue sorprendiendo en el escenario aunque el paso del tiempo dejó una marca.

La version 2016 AC/DC tocó anoche en el Madison Square Garden ante más de 20 mil personas. Los fans demostraron su admiración gritando ante cada mueca de Angus Young, cada baile erótico que propuso, ante su habitual y hermosa coreografía, después de más de 40 años en la ruta.

¿Y Axl Rose? Intacto desde lo vocal, respetuoso de su lugar en el escenario y con grandes momentos cuando la banda se muda a un show anterior a 1979. En la actualidad, AC/DC tiene la máquina ajustada: por momentos es punk, en otros juega a estar grabando un disco en 1982.

El show comienza con “Rock or Bust”, del último disco homónimo, y para despejar dudas de un analítico del presente, encaran con “Shoot to Thrill”. Le siguen “Hell Ain´t a Bad Place to Be” y “Back in Black”. A esta altura, el show es perfecto. Pero Angus no es fan de la quietud, encara una salida y no da respiro entre canciones.

La interacción con el público es casi inexistente, simplemente los saludos de rutina hacia el publico de la ciudad por parte del (¿nuevo?) cantante.

Axl cumple con su contrato. Conoce su lugar y sólo camina la pasarela en dos ocasiones, nunca le pasa cerca a Angus y juguetea con la gente desde los márgenes del escenario. Sabe que está para cumplir un compromiso y sale airoso en un show de alta exigencia. Se le escapan un par de gritos, pero cuando descansa en el registro ebrio cercano a Bon Scott (recordado cantante de la banda), supera con creces las expectativas.

La famosa banda le escapa a la emotividad, faltan Malcolm, Brian y Phil Rudd y no hay mención hacia ellos, ni en pantallas ni de Axl. Cada miembro reemplazante intenta cumplir con su rol, pero por momentos los zapatos de Malcolm son demasiado grandes para Stevie Young -sobrino de los hermanos-, que a pesar de llevar en la sangre un innato talento, carece del ataque machacante de ‘Mal’, y ‘fogonea’ más de lo que toca.

Cliff Williams, el único miembro (aparte de Angus) que permanece desde el show que vimos en la Argentina deja muy alto el listón para quien pueda reemplazarlo en caso que la banda continúe tocando en vivo (anunció su retiro luego de este Tour Norteamericano).

Una de las grandes ventajas de un show de AC/DC es que no tiene baladas ni canciones lentas, todo el set es al palo, rápido y sin introducciones. Más aún, cuando en esta gira no interpretan “The Jack”, el calmo, largo y groovero blues. Así pasan “Thunderstruck”, Rock ‘N’ Roll Train”, “Hell Bells”.

Antes de los bises, llega otro gran momento de Angus con “Let There Be Rock”. Por un momento, Axl se retira de la primera plana y lo deja tocando la guitarra por diez minutos, en los que recorre el escenario, se levanta en una plataforma y corre como un muchacho de quince años que encerrado en su cuarto fantasea con ser una estrella. Y por Dios, lo fuerte que brilla esa estrella que tiene al público a su merced. En estos días en que se duda sobre la continuidad de la banda, es hora de admitirlo… el solo de Angus en “Let There Be Rock” es uno de los momentos más imprescindibles de la historia de la guitarra en el rock, y uno de los máximos simbolismos del “guitar hero”.

Con los bises llegan “Highway to Hell”, más cercana a su versión de estudio que al vivo al que nos hemos acostumbrado a escuchar, “Riff Raff” y los cañonazos de “For Those About To Rock (We salute you)”.

AC/DC 2016 vale cada peso de su entrada, vuelve a hacernos emocionar, reivindica su brillante historia y, a pesar de que pensábamos que todo estaba terminado, los fans piden a gritos una gira mundial más. Queremos más de la banda, aunque la magia de los tres River de 2009 sea muy difícil de alcanzar.