No fueron James ni Falcao. El héroe de Colombia, esta vez, fue Yerry Mina. El defensor del Barcelona fue el encargado de darle al equipo de José Pekerman el triunfo 1-0 ante Senegal y la clasificación a los octavos de final. Lo hizo con un cabezazo en un partido que se le hizo muy cuesta arriba cuando debía ir a buscar la victoria y en el que logró adaptarse cuando Japón ya perdía y le daba el pase de ronda aún con el empate.
El partido que se jugó en Samara no fue más que un reflejo de un Grupo H sumamente parejo. Se sabía de entrada que no había un gran candidato. Y quedó demostrado hasta el final. De hecho, Colombia llegó al encuentro con Senegal fuera de la zona de clasificación y el segundo puesto finalmente se definió, por primera vez en la historia de los mundiales, por el Fair play, debido a un empate en puntos, diferencia de gol y goles a favor entre los africanos y Japón.
Esa paridad la vivió Colombia en el campo de juego. Salió a jugar con la firme intención de ganar, obligado para no depender de nadie más, pero no tuvo el juego esperado. Porque su conductor, James Rodríguez, se fue rápido del juego. Primero desapareció en el campo de juego, desconectado de los delanteros y de los otros dos creativos que tiene el equipo como Juan Fernando Quintero y Guillermo Cuadrado. Sin un óptimo estado físico, terminó reemplazado a la media hora. Pekerman decidió poner a Luis Muriel, un delantero, en su lugar.
Les costó también a los cafeteros después de ese cambio. Senegal impuso el rigor físico y complicó de la mano de Sadio Mané, su figura. Y todo podría haber sido mucho peor de no aparecer el VAR, cuando el árbitro Milorad Mazic cobró un penal de Davinson Sánchez al delantero del Liverpool. Luego debió retractarse cuando él mismo vio en la pantalla que el defensor había llegado a trabar la pelota con el taco. A primera vista era un penalazo. En cámara lenta, no. Y eso prevaleció.
Cuando Polonia hizo el gol en el otro estadio que tenía fútbol en ese momento, Colombia dejó la mochila a un costado y pudo relajarse un poco. Así logró arrinconar a Senegal hasta lastimarlo con una pelota parada. Fue Mina, el mismo que ya la había metido contra los polacos, el autor de un gol que valió una clasificación.
Después ya solo le quedó aguantar a un Senegal desesperado por un boleto que se le esfumaba.
La victoria fue un premio para Colombia, que no tuvo su mejor partido pero que trabajó de menor a mayor y que nunca bajó los brazos. Ahora tendrá que enfrentar a un rival de peso. Espera por el que quede segundo del Grupo G, después del partido que jugarán Bélgica e Inglaterra. El dato positivo es que al haber sido primero en su zona, el equipo de Pekerman cayó del lado de la llave que tiene menos candidatos. Si pasa a cuartos, el rival sería Suiza o Suecia, lo que da una licencia para soñar. ¿Podrá? Tiene potencial, le falta demostrarlo.