Reservas naturales: Caza indiscriminada y el robo de madera sin freno

La semana pasada se reunieron en la Cooperativa de Servicios Públicos los integrantes del Comité de la Cuenca Hídrica del Arroyo Tabay, y en la oportunidad, además de desarrollar los temas acordados, recibieron pruebas fotográficas y testimonios de la presencia de cazadores furtivos e ilegales en reservas forestales pertenecientes a empresas fundadoras e integrantes del comité.

El Territorio dialogó en exclusiva con el ingeniero forestal Augusto Cerqueira, quien manifestó: “El problema básicamente es que la gente no tiene conciencia ambiental, los habitantes vecinos a las propiedades entran a cazar de manera indiscriminada y se trata de concientizar y trabajar en el cuidado de los bosques que hay entre San Pedro y Piray. Allí hay un macizo de 17.000 hectáreas aproximadamente de bosque nativo”.

Esa área es denominada ‘zona caliente’ de caza furtiva e ilegal, afirman varias empresas que operan en esa región del norte y que a su vez tienen parcelas de trabajo en la cuenca del Tabay. Las firmas comenzaron a cruzar información entre ellas, todas con el común denominador de la preocupación por el cuidado del ambiente.

Cerqueira afirmó: “Nosotros tenemos un equipo de guardaparques profesionales que monitorean con camionetas, hacen vigilancia dentro de un plan de protección patrimonial y cumplen la función de vigilantes y controladores contra la ocupación ilegal, intrusos, caza furtiva y robo de madera”.

“Tenemos problemas serios -indicó- con robo de madera y caza furtiva, nos encontramos permanentemente con gente armada con armas de fuego recorriendo las propiedades, dos o tres personas con seis o siete perros de caza, algunos en motos y otros como caminantes solitarios, que nunca saben explicar qué hacen monte adentro”.

“No somos autoridad de aplicación, así que lo único que les pedimos es que se retiren de la propiedad y les dejamos en claro que está prohibido cazar y pescar”, aseveró.

“Dentro del monitoreo de los guardabosques encontramos saleros, puntos de caza, sobrados, vísceras o cabezas de animales que fueron carneados en el lugar y pequeños campamentos”, detalló Cerqueira,

En la reunión se afirmó que se llevaron a cabo las denuncias correspondientes, con el respaldo de un vasto registro fotográfico.

La superficie afectada por los cazadores furtivos y apeadores de madera nativa supera las 20.000 hectáreas, ya que a las 17.000 de bosque nativo mencionadas se les deben sumar las fajas ecológicas y los bordes de propiedad.

“En esos lugares hay zonas de altura, de selva en estado sucesional avanzado con macizos de bosques semimaduros y sectores maduros, con arroyos importantes y microcuencas todo con mucha circulación de fauna, incluso detectamos huellas de yaguareté”, afirmó.

“Están cazando muchos tapires y tatetos, venados y animales de porte mediano y grande, todos protegidos por ley, lo que hace un daño ambiental significativo y, al faltar como alimento de animales de mayor porte, los desplaza hacia zonas urbanas donde buscan ganado en chacras aledañas”, completó.