“Fantasmas de la ruta”, una película muy cruda sobre la trata de personas

La ficción que toma prestados elementos del documental puede lograr una gran potencia en el retrato de la realidad. Filmando en escenarios reales, con personajes del lugar pero contando una historia construida para entretener y presentar un tema, el resultado puede tener una fuerza inusual.

Esto es lo que sucede en Fantasmas de la ruta, de José Celestino Campusano, una película muy cruda sobre la trata de personas para la explotación sexual. En el film, que originalmente iba a ser una miniserie, el director retoma algo de otra de sus películas, Vikingo, con su universo de motoqueros. Como sucede con casi toda su obra, Fantasmas de la ruta está realizada en el conurbano bonaerense, con actores no profesionales que viven la violencia cotidiana. No hay en este film búsquedas estéticas sofisticadas ni un trabajo delicado sobre la imagen y el sonido, sino una puesta en escena sencilla e incluso, por momentos, desprolija, pero que apunta directo a impactar al espectador con el tremendo dramatismo de las escenas. La experiencia de ver esta película es poderosa porque detrás de cada personaje y cada historia hay una verdad que traspasa la pantalla. Campusano no le ahorra al espectador ni un poco del horror que viven las personas secuestradas y esclavizadas ni se mide al mostrar la violencia de los ajustes de cuentas y las venganzas. Lo interesante es que logra construir un relato que resulta entretenido, a pesar de la tragedia que cuenta. Con esto consigue acercar al público a un tema difícil de digerir, pero que tiene una gravedad y urgencia que no podemos ignorar.