Árbitro salvó la vida de un jugador

Yael Falcón Pérez habló tras el episodio que vivió en Sarandí con el choque de cabezas que dejó grave a Isaías Olariaga.

Alberto Kilian Moreno es un chico de 25 años, estudiante de Ciencias de la Actividad Física en la Universidad Católica de Murcia (UCAM), cuya pasión por el fútbol le ha llevado a ser árbitro federado. Pero la pasada semana, sus conocimientos en primeros auxilios le salvaron la vida a un jugador.

Ocurrió en la pedanía murciana de Sucina, donde se enfrentaban la AD Sucina y la EF Los Alcázares, en un partido de la Primera Autonómica. “Era el minuto 88 u 89”, recuerda Alberto. “En un balón dividido en el aire, dos jugadores fueron a alcanzarlo y saltaron a la vez.Fue un choque de trenes”, explica. Los dos jugadores cayeron al suelo, pero el joven colegiado no tardó en darse cuenta de que Fernando Muñoz, futbolista de Los Alcázares de 20 años, era el peor parado.

“Me di cuenta enseguida, cayó a plomo. Se quedó tirado en el suelo, rígido, y convulsionaba, tenía como espamos”, afirma. “Como vi que era grave lo primero que hice fue pedir que llamaran a una ambulancia porque sabía que se lo tendrían que llevar al hospital”, añade.

Y fue entonces cuando la fortuna se alió con Fernando. “Tengo un curso de socorrista acuático y me suelo informar sobre técnicas de primeros auxilios”, explica Adrián. “Vi que respiraba, así que lo primero era evitar que se tragara la lengua”, dice. Alberto logró introducir en la boca de Fernando la cánula de guedel, un tubo curvo que evita la caída de la lengua y deja libre las vías respiratorias. “Me costó tres veces porque tenía la mandíbula rígida y no quería moverlo”, afirma.

Poco después llegó la ambulancia que se llevó a Fernando al hospital. La intervención de Alberto no quedó ahí. “Le di mi número al delegado del equipo para que fueran contando como iba”, explica. “Hablé con el capitán de su equipo después y me dijo que tenía mareos y vómitos y que estaba ingresado”, señala. Aunque el joven ya está mejor, se someterá a más pruebas para evitar complicaciones. Pero además, Alberto tuvo ocasión de hablar con la madre del jugador: “Me dio las gracias”, afirma, como quitándole importancia.

Alberto, que fue futbolista en 3ª División y que vive el fútbol desde pequeño (su padre es entrenador), dice que aún no ha tenido malas experiencias con el arbitraje en los difíciles campos del fútbol modesto, aunque, a sus 25 años, ya ha tenido una difícil de olvidar.