Quisieron violarla, hizo la denuncia, pero la policía no se hizo cargo

Ocurrió en la madrugada del Día de la Primavera, en pleno centro porteño, y relató el horror en las redes sociales

Cristina Alemandi había salido de trabajar el jueves pasado después de la medianoche en pleno barrio porteño de Monserrat sin imaginarse que viviría un momento de terror en uno de los lugares más concurridos de la Ciudad. Según relató, mientras se dirigía a la parada del Metrobus de la 9 de Julio para regresar a su casa fue abordada por un hombre que quiso violarla, la golpeó en el rostro e intentó ahorcarla para que sus gritos no se escucharan. Minutos después logró escapar e hizo la denuncia en una comisaría, aunque recibió una insólita respuesta por parte de las autoridades.

A través de su perfil de Facebook, Cristina contó con lujo de detalles cómo fue la violenta secuencia. “Yo había salido de trabajar y estaba yendo a la parada del Metrobus para irme a mi casa por Belgrano (la calle más iluminada). A una cuadra y media de la 9 de Julio, entre una zanja y la pared, abajo de un árbol, un hombre con campera de corderoy beige, pantalón gris oscuro y una bolsa de arpillera negra, con barba y pelo descuidado, me tapó la boca, me tiró al piso, se tiró encima mío y me dijo que me calle”, dijo.

El abusador no quería ni su mochila ni el celular. Claramente, su intención era otra y Cristina no estaba dispuesta a permitirlo. Por eso opuso resistencia y se defendió como pudo. Según afirmó, preferiría morir antes de que la violen. “Le mordí la mano y la sacó, empece a gritar lo más fuerte que pude, repito, a metros de la avenida más transitada de Buenos Aires, y él me puso algo en el cuello y me dijo ‘si no te callás, te pincho’, lo único en lo que yo pensaba era ‘hacé lo que quieras pero no me vas a tocar’ y seguía gritando”, agregó la joven.

Tirada en el piso, la víctima seguía gritando y el hombre le pegaba. Al ver que no podía hacerla callar, trató de romperle el cuello tres veces. “Como yo del piso lo pateaba intentó romper la seguridad de la zanja en la vereda con mi cuerpo y tirarme ahí adentro. Tampoco lo logró. Me pegó una patada en la espalda y se fue corriendo”, contó.

El fin de la tortura y la insólita respuesta de la Policía

En ese momento, se levantó del piso y se subió a un​ taxi. Con el chofer buscaron un patrullero durante unos 10 minutos por varias cuadras. Finalmente, encontró uno, aunque “parecía que estaba escapando del taxi”. “Lo corrimos unas 15 cuadras, el taxista lo acorraló para que nos lleven a una comisaría”, añadió.

“Yo tenía un globo en la frente, otro en el ojo y un corte en el cuello, los policías respondieron ‘no es nuestra zona, busquen a otro que le corresponda’, arrancaron y se fueron enojados. Fui a una comisaría, hice la denuncia, le pregunté al oficial qué​ planeaban hacer y me respondió ‘y mucho no se puede, vamos a ver si pedimos una cámara ahí pero más que eso nada'”, le dijeron en la dependencia.

Las redes sociales fueron una vez más el espacio para dar a conocer un caso que estaba destinado al anonimato. El perfil de Facebook fue el canal para que Cristina relatara lo que le ocurrió y aprovechara para elevar una dura crítica a la desidia de la Policía en varios de estos casos.

“Chicas, estamos solas en esto. Nadie va a venir a sobarnos la espalda por ser víctimas, este tipo no me había visto, no me venía siguiendo, simplemente me vio en la calle y en el momento decidió agredirme. Nadie me escuchó gritar y él no tuvo ningún remordimiento en querer romperme el cuello. No van a venir a ayudarnos si nos quieren violar, si nos quieren matar. Marchamos porque queremos igualdad, justicia y que no se crean nuestros dueños. Vamos por el camino correcto pero infelizmente para nosotras, falta. No tengan vergüenza en pegar la vuelta si algo les resulta sospechoso ni en pedir ayuda. No anden solas nunca. Sigan su instinto. Tengan cuidado por ustedes y por todas”, escribió. “Tenemos coraje pero ellos tienen fuerza. No se confíen nunca para que no nos hagan más daño y podamos seguir luchando juntas”, finalizó.