El posparto también es cosa de hombres

Sean madres o no seguramente todas escucharon hablar cientos de veces de la "depresión posparto"

Posiblemente, siempre en referencia a lo que les puede suceder a las mujeres después del nacimiento de un hijo. La pérdida de independencia, los cambios hormonales, el sueño, la lactancia, el cuerpo, el agotamiento y la economía familiar son solo algunos de los tantos temas que pueden angustiarnos. Sin embargo, y aunque en muchos ambientes todavía es un tema tabú, los hombres también pueden sufrir de tristeza.

Para entender qué es la depresión posparto y qué le pasa a un hombre ante el nacimiento de un hijo, entrevisté a Mauricio Strugo, psicólogo terapeuta Gestalt y especialista en Parejas y Familias.

¿Qué es la depresión posparto masculina?

Así como todas las mujeres pasan por la etapa de puerperio, los hombres podemos angustiarnos y en algunos casos caer en una depresión posparto. Socialmente les está más permitido a las mujeres que los hombres hablar de lo que les sucede al convertirse en madres -manifestar emociones y sentimientos-, aunque muchas veces suelen ser reprimidas porque “un hijo es lo mejor que te paso en la vida” y “no te podes quejar”. Si para la mujer es difícil, imaginate para un hombre. Se pretende que sigan adelante como si nada hubiera pasado. Desde chiquitos nos enseñan a no expresar lo que sentimos y sino somos excluidos por no ser “machos”, entonces el hombre tiene que callarse, no tiene espacios para manifestar que al él también se le movió la estructura y en algunos casos hasta se derrumbó, que a él también el nacimiento de un hijo le genera preocupaciones, miedos y la actualización de cosas no resueltas de su infancia y con su pareja. Cuando esto no tiene lugar para ser escuchado suele guardarse y a la larga se transforma en una depresión posparto masculina.

-¿La depresión posparto masculina es algo novedoso o simplemente se le puso rotulo a algo que ya existía?

-Lo que pasa es que siguiendo a Gil Goldsweiz un Doctor en Filosofía que para doctorarse en la Universidad Hebrea de Jerusalem escribió su tesis sobre la angustia en los hombres al convertirse en padres. Él refiere que antiguamente se buscaba ver si los hombres sufrían de depresión posparto utilizando los mismos protocolos que con las mujeres y entonces parecía que a los hombres no les pasaba nada. Ahí estaba el error: él descubrió que para saber lo que les pasaba a los hombres había que ver sus síntomas y no apuntar a sus sentimientos, porque de eso prácticamente no hablaban. Él empezó a darse cuenta que los hombres a los que les había afectado negativamente su paternidad hacían síntomas trabajando más, a través de infidelidades o por distintas manifestaciones que sucedían a partir de ese momento en que se convertían en familias, por lo tanto también los afectaba.

-¿Desde cuándo se utiliza el término?

Sinceramente no podría decirte exacto desde cuando se utiliza pero como te decía antes las investigaciones hacia la búsqueda de este diagnostico estaban mal encaminadas. Hombres y mujeres somos distintos y lo que nos pasa ante el nacimiento de un hijo es distinto.

-¿En qué consiste y cómo se manifiesta?

-Consiste en distintas manifestaciones que tiene el hombre. En general, dada su impulsividad, manifiesta su malestar y no dice lo que le pasa. El hombre suele sentirse desplazado, suele sentir que perdió a su pareja y claro que es consciente que entre ambos decidieron traer a este hijo al mundo (hablo de los casos en los que se planificó la llegada de ese hijo) pero ve que perdió un espacio, se encuentra con una mujer que está cuidando a ese hijo abroquelado a ella para que sobreviva (no exagero al decir esto porque los bebés necesitan de ese contacto simbiótico para terminar de madurar, la exterogestación) y que además de no percibirlo a él, le reclama, se enoja con lo que hace y le pide que prácticamente este en silencio, porque también ella está atravesando el puerperio. El hombre se siente frustrado, se enoja, se aísla y se preocupa por su mujer, su hijo y también por él. Está angustiado y no puede trasmitir su preocupación por la economía, por el futuro, porque no hay lugar para hacerlo.

-¿Cuánto puede durar?

-Depende del hombre, de la pareja, de la estructura emocional de cada uno y del sostén que tenga esta pareja para poder hablar de lo que les pasa. El mejor pronóstico se da cuando se puede hablar de lo que sucede. Lamentablemente, el no hacerlo puede desatar una crisis que nunca más se solucione en la pareja, empezando con una depresión posparto en alguno de ellos o en la pareja.

-¿Qué perfil de hombre es más propenso a atravesar este tipo de situaciones?

-Aquellos con una estructura psicológica mas lábil que el resto. Pero en general, te diría que son más propensos aquellos hombres rigidizados en su masculinidad, aquellos que creen que hay que ser machos y no mostrar debilidad, que expresar dolor es sinónimo de debilidad y entonces el dolor los va carcomiendo desde adentro hasta que revientan o destruyen sus parejas.

-¿Se sabe a qué porcentaje de hombres afecta la depresión posparto?

-Hay investigaciones que hablan del 10%. A mi me parece que está cifra no es correcta pero que está dada porque son pocos los que se animan a contar que algo les sucede. Pienso que muchos, o todos, nos angustiamos y unos cuantos por no manifestar lo que les sucede terminan cayendo en una depresión.

-¿Cómo se sale de ese estado?

-Yo creo que hablando, conversando con la pareja, intentando no caer en los reclamos, aprendiendo a hablar desde el corazón sin sentirnos por ello menos hombres, haciendo un pacto de no ataque con nuestras parejas para poder contarnos que sentimos en estas circunstancias y que necesitamos a partir de allí. También sería ideal encontrar, como tienen las mujeres, tribus de hombres para identificarnos y poder escuchar a otros que están pasando por lo mismo. Cuando coordino espacios para hombres en esta etapa veo que les cuesta mucho llegar. Una vez que el grupo se arma pasa algo hermoso y es que cuando uno de ellos se anima a compartir como se siente se genera una conexión sagrada que hace que todos nos animemos a embarrar y a mostrar nuestras heridas para empezar a repararlas en nuestras familias y con nuestras parejas.

Por Deborah Maniowicz