El Chimpancé es más colaborativo que competitivo

Un experimento en un centro de primates demuestra que prefieren ayudarse entre sí en vez de luchar para lograr una recompensa.

Si tienen la opción de elegir entre cooperar o competir, los chimpancés casi siempre se decantan por la cooperación. Y eso a pesar de que la capacidad de colaborar, establecer vínculos y arrimar el hombro para conseguir un fin común se ha considerado siempre una habilidad exclusiva del ser humano. Sin embargo, como ocurre con otras destrezas, los primates también las comparten. Esta es la principal conclusión de un nuevo estudio llevado a cabo en el Centro de Investigación de Yerkes en Atlanta (EE. UU.), donde los simios viven al aire libre en condiciones muy similares a las de sus hábitats originales. Los investigadores que hicieron el experimento observaron que los chimpancés saben prescindir de la ley del más fuerte y prefieren ayudarse entre ellos para lograr un objetivo. Además, a nuestros primos no les gustan nada los gorrones, pues cuando ven que un congénere roba comida se enfadan y prefieren no trabajar con él.
Los autores del estudio propusieron a los chimpancés una tarea cooperativa que consistía en colocar un artefacto del que tenían que tirar para poder acceder a una golosina. Concretamente, once de estos simios tenían que tomar la decisión de trabajar juntos para hacerse con el premio o de competir entre ellos mediante la agresión o el robo. Según el artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los científicos les dieron miles de oportunidades para actuar de una u otra forma.
El dispositivo era una bandeja larga encajada en una zona del recinto al aire libre donde viven. Para poder mover la bandeja, dos o tres individuos simultáneamente debían quitar unas barras a las que tenían libre acceso. Las barras estaban demasiado separadas como para que un animal pudiese moverlas por su cuenta, por lo que cada chimpancé necesitaba al menos un socio. Una vez que la bandeja estaba en el borde de la caja, el premio –una pequeña cantidad de comida– se volcaba en un embudo y era entregado a los chimpancés sentados en las barras de tracción. Como el dispositivo estaba unido a su recinto, los chimpancés podían acercarse, entrar y salir a su antojo y elegir a los socios con los que querían trabajar. En la primera parte de las sesiones del experimento hacían falta dos chimpancés para poder lograr el premio, y en segunda parte se necesitaban tres. El resultado fue claro. La frecuencia de los actos cooperativos fue cinco veces superior a la de los actos egoístas.

Además, Según Malini Suchak, coautora del estudio, si alguno de ellos decidía robar el premio, los monos reaccionaban enérgicamente, protestaban contra el aprovechado o se negaban a trabajar en su presencia. En ocasiones, los individuos más dominantes intervenían para ayudar a otros compañeros en contra de los corruptos. Este castigo a terceros ocurrió 14 veces, principalmente como respuesta a la agresión entre un chimpancé caradura y otro honrado.
En realidad, los chimpancés son bastante buenos para impedir la competencia y favorecer la colaboración, indica Suchak, quien subraya que los chimpancés y los seres humanos utilizan mecanismos similares para superar la rivalidad y lograr objetivos comunes. El estudio muestra sorprendentes similitudes entre las especies y da otra visión de la evolución humana.
Uno de los primatólogos más prestigiosos del mundo, Frans de Waal, que también es investigador en Yerkes, coincide: “Se dice que la cooperación humana es única, pero la naturaleza está llena de cooperación, desde las hormigas hasta las orcas. Nuestro estudio es el primero que muestra que nuestros parientes más cercanos saben bien cómo evitar la violencia y castigar a los aprovechados. La cooperación se impone”.