Descubrí cómo sos según la pornografía que mirás

Tres sexólogos exponen sus teorías sobre las razones por las que te encantan los vídeos porno de travestismo, maduritas o anime.

Para la inmensa mayoría, la primera experiencia sexual suele ser con uno mismo y sus fantasías. El acto de masturbarse frente a una pantalla, por simple que parezca, encierra un significado más profundo de lo que parece.

Probablemente hemos llegado a un punto como sociedad en que el porno ha dejado de ser un tema tabú, pero desde la perspectiva científica, sigue habiendo muchas incógnitas respecto a este género y las fantasías a las que suele ir ligado. ¿Por qué, de entre las miles de categorías, temáticas y orientaciones que existen, nos decantamos por unas determinadas? Y aunque en el momento seguramente no estés concentrado en otra cosa que no sea mover la mano rítmicamente y en las imágenes, en algún rincón remoto de tu cerebro hay un hervidero de actividad neuronal.

Después de preguntar a varios expertos en sexo por qué tenemos predilección por determinados tipos de porno, he llegado a la conclusión de que la teoría más consensuada es la de que los gustos vienen determinados por las vivencias.

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Nadie mejor para analizar el pasado y responder a estas preguntas que la doctora Carla Costa, sexóloga y psicoterapeuta de Toronto. Parte de la labor de la doctora Costa consiste en ayudar a los pacientes a entender por qué les atraen las cosas que les atraen.

“La pornografía capta poderosamente nuestra atención mental, física y emocional”, señala. “Ya sea consciente o subconscientemente, nuestros gustos en el porno revelan una serie de emociones que hemos ido erotizando a lo largo de nuestra vida”.

La erotización es un proceso mediante el cual tu cerebro toma una experiencia —positiva o negativa— y la convierte en algo excitante sin que seas consciente de ello. Este fenómeno da lugar a fetiches como la excitación sexual con vídeos porno de animación, objetos inanimados o con figuras autoritarias. También podría explicar por qué una experiencia negativa puede provocarnos excitación pasado un tiempo. Alguien a quien de adolescente le hubieran inculcado el sentimiento de culpa por masturbarse tal vez podría desarrollar una predilección por la humillación en la edad adulta. O quizá de pequeño recibía azotes y ahora es la única forma en que puede llegar al orgasmo. Para muchos, las razones por las que nos sentimos atraídos por algo son indicativas de experiencias ocultas sobre las que deberíamos ahondar.

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“Tengo un cliente al que le gusta travestirse pero que toda su vida ha tenido una relación heterosexual. Sin embargo, a él le excita ver vídeos porno de travestismo, y eso le confunde, porque siente rechazo por esa faceta de su vida”, explica. “Le pregunté si realmente quería erradicarla o si podíamos tratar de aprender de ello, aceptarlo y afrontarlo con el fin de lograr que afecte a su vida lo menos posible”.

Sin embargo, tal como señala la doctora sexóloga Jessica O’Reilly, no todas las preferencias en el porno tienen su origen en experiencias del pasado. Muchas personas encuentran excitación simplemente en la idea de obtener algo que no pueden tener, por ejemplo.

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“El nivel de dopamina, la sustancia responsable de la sensación de recompensa y motivación, es más elevado en los momentos de anticipación al placer que cuando se obtiene”, explica. “En otras palabras, la espera es más excitante que el momento de recibir placer”.

Esto también explica que haya tantos heterosexuales a los que les guste el porno con MILF. Así, en vez de suponer que estás erotizando la relación con tu madre (puaj), lo que ocurriría es que te sentirías excitado por la sensación de control y de estar con alguien más experimentado.

O’Reilly cree que todos poseemos sentimientos eróticos básicos, emociones que debemos sentir para “ponernos a tono” y poder llegar al orgasmo.

“Hay que reconocer que el porno no solo es una experiencia sexual, sino que también está asociado a la realización emocional. Esa es la razón por la que habrá tantos tipos de porno como personas que pienses en ellos”, afirma. “No se trata solo de sexo. Podrías pasarte el día entero viendo escenas de sexo puro y duro, pero necesitas que haya algún tipo de sentimiento implicado”.

Sin embargo, una consulta al doctor David Ley, psicólogo clínico y autor del libro Ethical Porn for Dicks, resulta en conclusiones muy distintas. Ley introdujo un concepto de investigación a la ecuación: el papel de la evolución en nuestros deseos sexuales. Según él, este factor explicaría, por ejemplo, por qué hay hombres a los que les excita ver a sus mujeres practicar sexo con otros hombres. En este caso, el instinto protector, la competitividad con otros hombres, genera excitación sexual.

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Otra investigación apunta a factores mucho más cercanos.

“La investigación demuestra que este tipo de fantasías gustan a quien las tienen porque las consideran un reflejo de ellos mismos. Es hora de que reconozcamos de una vez que gran parte de estas características son de origen genético”, señala. “Me he encontrado con muchísimas parejas e individuos que adoptan un determinado estilo de vida y luego se dan cuenta de que sus padres también lo hacían”.

Dicho esto, Ley afirma que el sucio secreto (palabras de Ley) que tienen los investigadores es que nadie tiene la respuesta definitiva sobre por qué nos gusta determinado tipo de porno. Podemos responder preguntas sencillas con todo tipo de teorías, pero a fin de cuentas, nadie es capaz de determinar a qué se deben nuestras preferencias a la hora de llegar al orgasmo.

“La mejor respuesta seguramente sea que significa todo y nada”, afirma.

Costa asegura a sus clientes que, mientras nadie salga perjudicado y exista consentimiento, cualquier género de porno que se vea es bueno.

“No lo sabemos ni lo podemos controlar; eso es lo interesante y la razón por la que no juzgo y nadie debería hacerlo”.