Cuidado del medio ambiente desde la cuna: Generación verde

Se afianza entre los jóvenes la conciencia sobre el cuidado ambiental

A punto de terminar el secundario, Marcos Ochoa siente que el cuidado del medio ambiente vino en su ADN. Esta concientización cultural lo rodeó desde siempre, con sus primeros dibujos animados, sus libros de cuentos y escolares y sus series favoritas. “El cuidado del medio ambiente es algo que me inculcaron en casa. Pero también es un tema generacional. Los más chicos son cada vez más conscientes de los problemas ambientales y tienen incorporados los cuidados del planeta. Reciclo todo lo que puedo en casa. Ya sea plástico, papel, latas, frascos”, dice.
Según una investigación del observatorio de tendencias Trendsity, que la semana última fue presentada en las oficinas de la ONU en Buenos Aires, 6 de cada 10 jóvenes de entre 14 y 30 años tienen algún grado de compromiso ambiental: el 11% son embajadores de la causa; el 31%, nativos ambientales con un alto compromiso, y el 17%, followers que se sienten atraídos por lo sustentable.

Apenas un 5% de ellos es refractario a cualquier tipo de sacrificio para cuidar el entorno.
Ochoa ve que sus amigos, de alguna manera, son parte de este cuidado. Algunos son más activos, otros menos, pero ninguno es indiferente. “Si bien lo que hago no es mucho, creo que esto sirve para que con el esfuerzo de todos se pueda notar un cambio en el mundo”, concluye.

Además de tutearse con la tecnología, esta generación trae en su ADN la preocupación por el medio ambiente. Nacieron y crecieron en un mundo en el que la contaminación y los problemas causados por el hombre ya no están en discusión. Son la primera generación de nativos sustentables.

“Estamos frente a nuevas generaciones con otras formas de relacionarse, de acceder al conocimiento, de producción y de consumo estrechamente vinculadas con lo sustentable”, explica Mariela Mociulsky, directora de Trendsity, que realizó la investigación que incluyó entrevistas a 1000 jóvenes de esas edades.

Las conclusiones apuntan a que es la primera generación con conciencia ambiental: asumen un compromiso activo aunque piensan que heredaron el problema, sienten que están en el momento de generar el cambio. El 53% cree que su generación es la primera en tener un verdadero compromiso con el medio.

Consideran que habitan un mundo hipócrita: que la preocupación por lo sustentable suele quedarse en lo discursivo y que una generación le pasa a la siguiente la responsabilidad de cambio. Sienten lo cotidiano como campo de batalla: prefieren abrazar causas que están en su órbita diaria, como reciclar su basura o recircular sus pertenencias o en las que pueden colaborar siendo viralizadores.

Elizabeth Möhle es una nativa sustentable con todas las letras. Como licenciada en Ciencias Ambientales, aprendió a entender las conexiones entre las acciones y los problemas socioambientales en el mundo. “El conocimiento y la conciencia de la cuestión ambiental van en continuo aumento, y es un proceso irreversible. Intento comprar cosas con mínimo envoltorio y hacerlo a empresas responsables con el medio ambiente. No compro agua embotellada, siempre tengo una botella encima para rellenar. No uso accesorios innecesarios como aritos, anillos, pulseras, maquillaje ni esmalte. Separo el papel y se lo dejo a los cartoneros que pasan por mi edificio. Intento tener la menor cantidad de cosas posible, que en mi placard sólo haya ropa que use. Cambio el celular cuando deja de funcionar. No fumo, no tomo gaseosas y como poca carne. Cierro la canilla, trato de no tardar más de 10 minutos en bañarme. Me ocupo de estar informada sobre lo que sucede en cuestión ambiental. Participo de movilizaciones que exigen mejoras al Estado y a las empresas, y estudio y divulgo las problemáticas socioambientales”, aclara.

Los millennials verdes están dando paso a una generación que cambia sus modos de consumo, apunta el informe: asistimos a la transición del bon vivant al green vivant, que es un consumidor que disfruta de la buena vida, que prefiere conectarse con las cosas en su modo más simple, para quien representa un valor a la hora de comprar, sentir que está cuidando el medio ambiente.

El 56% de los entrevistados dijo que pagaría más por productos y servicios social y ambientalmente responsables. El 58% considera que es cool consumir productos de empresas responsables. Esto podría ser un engaño. Podría dar lugar a un marketing verde, carente de contenido. Sin embargo, para los nativos sustentables eso representa un disvalor en una marca.

Sin dobles intenciones

Se espera de las empresas un compromiso serio, sin dobles intenciones. No basta con ser prolijos con el proceso, demandan compromiso. El 70% marcó la siguiente respuesta: “Me entristece que se hagan negocios con la excusa de la sustentabilidad”.

“Los jóvenes son el cambio porque nacen con el compromiso del cuidado del ambiente incorporado y no les implica ningún esfuerzo adicional. Para la generación de los nativos ambientales será natural incluir los componentes de sustentabilidad en sus proyectos económicos. Es fundamental hacerles llegar toda la información vinculada con la economía verde, que es el futuro del crecimiento económico a nivel mundial”, apunta Jorge Brown, CEO de Advanced Leadership Foundation, organizadora del primer congreso de economía verde que se hará en Córdoba el 1° y 2 diciembre, con el apoyo de The Climate Reality Project, el BID, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la OEA y la Corporación Financiera Internacional (IFC). El congreso reunirá a 300 referentes del tema en el país, que para participar deben postularse en www.congresoeconomiaverde.org

Los nativos sustentables prefieren marcas más humanas y conscientes de sus limitaciones. Demandan transparencia. No esperan empresas 100% verdes, en cambio que tengan la honestidad de mostrar la evolución.

Son parte de otras tendencias a nivel generacional. Del poseer al acceder. Comprar, vender bienes usados y alquilar una vivienda en lugar de ahorrar para comprarla más adelante, hoy es una forma de acceso que pone en funcionamiento una lógica de comunidad y economía colaborativa, indica el informe. Acceder en lugar de poseer permite hacer un ugprade en bienes con menor costo y menor culpa.

Según el relevamiento, 66% afirma que compró en el último año objetos usados. “El acceso al bien reemplaza la búsqueda de propiedad y ostentación del bien. Así la economía colaborativa cobra alta popularidad. Y se redefinen las relaciones entre pares. Cobra valor la economía colaborativa, la producción local, el reciclado”, sostiene el informe de Trendsity.

En la economía colaborativa y en el comprar y vender usado, se busca generar un ahorro económico y comenzar a instalarse como una forma de intercambio más sustentable. “Colaboración versus transacción: la clave son las relaciones y no lo transaccional. Esto tiene un gran potencial de crecimiento”, explica el trabajo.

Esta generación encuentra en la tecnología una herramienta de acción. Un “clic de distancia es suficiente” para producir un cambio. Las redes son su ámbito de acción, les permite sentirse menos solos. Sin embargo se trata de una forma de participación de “bajo sacrificio”, de actuar con poco esfuerzo.

“En mi casa había un libro que se llamaba 50 cosas que pueden hacer los chicos para salvar la Tierra. Recuerdo que me impresionaban mucho las noticias de los barcos petroleros que contaminaban aguas y animales. De grande, me imaginaba salvando pingüinos, pero después pasó el tiempo y me fui olvidando un poco de ese proyecto”, cuenta Jennifer Barón, música, que hoy tiene un fuerte compromiso con el tema.

Un informe publicado sobre la cantidad de basura que generamos en el planeta, la llevó a tomar un rol activo en este tema. “Lavo todo lo reciclable después de usarlo y lo junto, hasta que una vez por mes se lo llevo a los chicos de GeoFans (https://www.facebook.com/geofans.org/?fref=ts). Hago compost con los restos de frutas, verdura, yerba, café, té y todo lo que pueda biodegradarse rápidamente para convertirse en tierra fértil. Trato de no aceptar bolsas de plástico en los comercios o productos descartables que no necesito. Trato de consumir productos orgánicos, de granjas que trabajan con una ideología parecida a la mía. Por ejemplo, la leche y el yogur orgánicos vienen en frasco de vidrio, que después lo uso para poner agua o jugo, y cuando junto varios se los devuelvo al local”, describe.

Le gusta reciclar ropa. “Tengo mucha ropa de mi abuela que me guardé para modificarla o arreglarla. Son prendas muy originales y está bueno que lo útil siga circulando.” En su casa, como en la de muchas familias de esta generación sustentable, fue su mamá la que abrió la puerta a tener esta conciencia. Al buscar alternativas educativas se contactaron con gente que les enseñó la importancia de cuidar el planeta.

Por: Evangelina Himitian