Cómo generar la estimulación temprana de los bebés

Laura Giselle López, experta en crianza y psicóloga, nos da sus recomendaciones para ayudar a los más pequeños a descubrir el mundo y sus propias capacidades.

 

Para hablar de estimulación temprana, se debe entender la importancia que tienen los primeros años de vida. Los seres humanos nacemos en un estado extremo de indefensión e inmadurez, totalmente dependientes del cuidado de un otro para sobrevivir. Nuestro cerebro se termina de desarrollar fuera del útero, por lo que cada experiencia vivida deja una importante huella y puede modificar el curso del desarrollo. Por eso cobra vital importancia el brindarle a los niños un ambiente seguro, de afecto, para que puedan ir descubriendo y explorando el mundo según sus posibilidades, aprendiendo de experiencias vividas, que serán la base para todos los aprendizajes futuros.

Mi propuesta es pensar la estimulación temprana como la capacidad de entrar en sintonía con lo que cada bebé está necesitando. Esta sintonía y regulación de los estímulos va a ser fundamental para el desarrollo saludable de ese bebé. No se trata tampoco de sobreestimular, esto también puede interferir en su desarrollo; y los bebés recién nacidos, que vienen de un lugar oscuro, tranquilo, en el que los sonidos llegaban en forma tenue (la panza de mamá), necesitan reencontrar ambientes calmos para sentirse seguros. Un ambiente lleno de estímulos, luces, colores, muchas personas juntas que le hablan a la vez; excede su capacidad de procesar toda esa información, por lo que suelen en esos casos cerrar los ojos, dormirse, como salida e intento de encontrar tranquilidad.

¿Cómo debe pensarse entonces el rol de los padres en la estimulación del bebé?

En un principio, el rol de los padres podría pensarse como un filtro de la gran cantidad de estímulos que recibe el bebé del mundo. En las primeras semanas, dado los importantes cambios ocurridos a partir del nacimiento, el bebé se va acomodando a la vida fuera de la panza. Y los padres lo acompañan respondiendo a sus necesidades tanto biológicas (alimentación, sueño, abrigo, higiene) como afectivas (mirada, palabras, voz, contacto físico, sostén).

Estimularlo se trata de eso, de ir ofreciéndole lo que está necesitando; aunque al principio para eso sea necesario justamente lo contrario: limitar algunos estímulos que pueden incomodarlo, como ruidos fuertes, discusiones, lugares superpoblados. Estoy hablando de las primeras semanas de vida. Respetar su sueño, ayudarlo a relajarse, crear climas tranquilos, con música suave, abriendo y cerrando persianas para ir marcando la diferencia entre el día y la noche, por ejemplo. La estimulación posible va muy de la mano de las rutinas de sueño, alimentación e higiene. En estos momentos está bueno cantar alguna canción, hacer algún juego corporal, intercambiar miradas, caricias y sonrisas.

¿Y cómo podemos saber qué tanto estímulo necesitan los bebés?

Los bebés irán dando señales de apertura y disposición para otro tipo de estímulos; y uno puede ofrecerles algunas propuestas que contribuyen con el desarrollo de su inteligencia y su potencial. Los aprendizajes en estos primeros años trazan la base de su capacidad futura, estableciendo conexiones neuronales que de otra manera se pierden y son irrecuperables. Sin embargo, no se trata de sobreestimular, sino de ir acompañando en un juego entre lo que necesita, lo que le proponemos y lo que él puede alcanzar. Ofreciéndole objetos que desafíen su capacidad y lo incentiven a descubrir el mundo y sus posibilidades. Y también poniendo nuestro cuerpo a jugar con el suyo; permitiéndole explorar libremente y ser él quien descubra todo lo que un objeto tiene para ofrecerle, pero sosteniendo el momento con nuestra presencia; aceptando lo que nos proponga y generando interacciones con él. Así, contribuimos al desarrollo de todo su potencial en un período en el que cada experiencia vivida deja una importante huella para toda la vida.

¿Cómo es el caso de los bebés prematuros? ¿Cómo se los puede empezar a estimular?

No importa cuándo hayan nacido los bebés, incluso (y sobre todo) los prematuros extremos necesitan el contacto afectivo de sus padres desde el inicio de la vida. La estimulación que pueden darle sus familiares resulta fundamental, porque los bebés en esta situación tienen, además de una gran necesidad de cuidados médicos, una gran necesidad de afecto y de reencuentro con su familia. Son grandes luchadores, que necesitan sentir a sus papás cerca. Escuchar su voz, su corazón (que ya conocían desde la panza), estar en brazos, los hace sentirse “en casa”. Los padres debieran poder permanecer el mayor tiempo posible cerca de sus hijos nacidos pretérmino, durante la internación. Al principio, en algunas situaciones, se hace difícil poder tenerlos a upa, pero hay otras maneras de transmitirle el estar cerca: se les puede hablar, cantar, acariciar, sostener la mano; y cumplir algunas funciones de cuidado, como la alimentación (aunque sea por sonda). Apenas sea posible, el equipo de salud debe promover el contacto piel a piel entre el bebé prematuro y su familia: esto significa que la madre o el padre puedan sostener a su bebé sobre su pecho, tocando la piel de uno con la del otro, en sentido literal. Es como una incubadora humana, y está comprobado que ayuda a los bebés a regular mejor el ritmo cardíaco, la respiración, la temperatura. Si bien el equipo de salud cuidará sus funciones biológicas, los padres son los encargados de transmitir a su hijo su amor y su deseo de que salga adelante, son los encargados de hacerle un lugar como hijo de esa familia, de acompañarlo de modo único y especial, amándolo como nadie y siendo parte del equipo de salud, al ser quienes sostienen una mirada personalizada sobre ese bebé, y muchas veces pueden detectar un mínimo cambio, y este aporte resultar muy valioso para el equipo tratante. La visita de otros miembros de la familia durante la internación, siempre que los padres quieran, también es beneficiosa en este “hacerle lugar” en la historia familiar y darle la bienvenida.

Algunas ideas para promover el desarrollo saludable de tu bebé en sus primeros seis meses de vida

– Buscá su mirada, llamalo por su nombre, contale lo que vas a ir haciendo, si lo vas a bañar, si le vas a cambiar el pañal. Nunca subestimes su capacidad de comprensión, tal vez todavía no pueda entender el significado de las palabras, pero sí va a poder “leer” tu tono de voz, tu intencionalidad, tus emociones. Además, las voces de su familia son algo que ya conoce desde la panza, reecontrarlas siempre le va a traer tranquilidad y seguridad. Cantale canciones que te gusten, pueden ser para niños o no, lo más importante es que te dé placer cantarlas: ¡esto también se transmite!

– Un bebé pide lo que necesita, y si se calma en brazos, ¿por qué negárselos? No le hagas caso a algunos mitos como “Se va a malacostumbrar” o “Te está tomando el tiempo”. Sentirse seguro, amado y sostenido lo va a ayudar a construir confianza y seguridad, para luego animarse a explorar el mundo de forma más independiente.

– Acudí siempre que llore, aunque no sepas qué necesita. Es inevitable que el bebé llore; de hecho, es esperable, ya que es su manera de comunicarse. Aunque no logremos siempre calmarlo, sí podremos acompañarlo en eso que le pasa, y que sienta que es lo suficientemente importante como para que sus padres respondan a este llamado.

– A partir de los tres meses, ofrecele superficies planas y firmes en las que pueda moverse libremente. Los pisos de goma eva son una muy buena opción. Apoyalo boca arriba y dejalo explorar sus posibilidades, mostrale algún juguete para que pruebe ir hacia él, lo irá siguiendo al principio con la mirada, luego moviendo el cuello, luego ensayando posibilidades con todo su cuerpo, hasta que un día podrá darse vuelta. No lo fuerces a estar en posiciones incómodas, acompañalo, permitile llegar a ese momento como resultado de un proceso de reiteradas exploraciones. Mantené una mirada atenta, identificando señales de placer o displacer.

– Cuidá siempre que tu hijo pueda desplazarse en un ambiente libre de peligros como cables u objetos cortantes; para que pueda realmente moverse con tranquilidad y seguridad.

– Ponele siempre ropa cómoda y evitá telas tipo jean o muy apretadas, que limiten su capacidad de moverse en libertad.

– Prestá atención a la iniciativa de tu bebé. Desde que nacen, los bebés son capaces de tomar algunas decisiones mínimas, como por ejemplo, la posición más cómoda para dormir, para qué lado mirar, etc. De a poco, serán cada vez más las cosas que pueda ir eligiendo: qué juguete le llama la atención, qué textura le gusta. Está bien que los padres les ofrezcamos juguetes y objetos, pero no olvidemos también reconocer y tener en cuenta estas pequeñas elecciones que hacen los niños, y acomodarnos nosotros a ellas y seguirlas. Siempre es importante preguntarse “¿Por dónde pasa su disfrute?”, “¿Qué cosas están llamando su atención últimamente?” ¿Está descubriendo sus manos, sus pies? ¿Será aparecer/desaparecer? ¿Morder y chupar? ¿Contemplar las hojas de los árboles? ¿Llevarse todo a la boca?… Identificando por dónde anda el interés de nuestro bebé, podremos pensar entonces a qué jugar con él, acompañando y valorando su iniciativa; y también ofreciendo lo propio y ver qué pasa.

Algunas propuestas para jugar con bebés muy pequeños

-Juegos vocales: rimas, canciones cortas que nombren partes del cuerpo, que inviten a un intercambio entre el adulto y el bebé. Aunque el bebé no pueda responder con palabras, dale ese espacio si la canción lo contempla, para que puedan ir apareciendo reacciones, sonidos, a modo de respuesta.

– Juegos corporales: hamaquitas, balanceos suaves con el cuerpo o con telas, masajes.

– A veces menos es más: no le ofrezcas muchos juguetes a la vez; elegí algunos pocos que podrán ir variando, mientras que los preferidos será bueno que estén siempre, para reencontrarlos cada vez y volver a jugar.

– Evitá el uso de pantallas en este período sensible. Un bebé muy pequeño necesita interactuar con el mundo que lo rodea para conocerlo. La pantalla promueve una actitud más pasiva, en un período en el que el desarrollo de la curiosidad es fundamental.

– Probá jugar con objetos cotidianos que no sean juguetes, como cajas de cartón, contenedores plásticos, cucharas, telas, objetos de la naturaleza. Descubrir sus texturas, su temperatura, su distinto peso, forma, fomentará su curiosidad y generará desafíos y muchas posibilidades de juego. Siempre con una mirada atenta y segura cuidando que algunos materiales no lleguen a la boca ni sean muy pequeños.

– Promové el contacto temprano con estímulos sonoros, instrumentos musicales, cajitas de música.

– Dedicá diariamente un tiempo exclusivo para jugar con tu bebé; en el que no tengas otro objetivo más que ése. Cada día van a ir descubriendo nuevas posibilidades y logros, mientras lo acompañás en uno de los momentos más importantes de su vida.